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Por Valeria Calle, Alejandro García y Angelly Martínez

Desde que el COVID-19 pisó suelo colombiano, María Claudia Correa, médica residente en la ciudad de Bogotá, ha hecho frente a la enfermedad, ayudando a salvar incontables vidas. 

Es bien sabido que la llegada de la COVID-19 ha supuesto un cambio enorme en el estilo de vida que solíamos llevar. Todo lo que hasta hace unos meses se consideraba normal, ya no lo es. Actividades cotidianas como pasear al perro, ir al supermercado o visitar seres queridos se vieron amenazadas y mucho de lo que dábamos por sentado, se nos fue arrebatado. En todo sentido, la COVID-19 trajo consigo retos en su mayoría de adaptación al cambio.

Durante las primeras semanas de la llegada del virus a Colombia, los ojos de todo el país estuvieron puestos en la capital, Bogotá, donde se fueron dando los primeros casos. De la noche a la mañana, y sin siquiera pedirlo, el cuerpo médico consiguió un papel protagónico en esta historia. Un pensamiento que frecuentemente se abría paso en las mentes expectantes y llenas de temor de las personas era: “Si yo que puedo quedarme en casa, tengo miedo, cómo hacen los médicos para salir a curar personas y enfrentar este virus”

La doctora María Claudia Correa es una de las figuras heroicas, también conocidas como médicos, que ha tenido que hacerle frente al virus desde que llegó. María Claudia, con 23 años, actualmente trabaja en el hospital militar de la ciudad de Bogotá, nació en la ciudad de Santa Marta y realizó sus estudios de medicina en la universidad Libre de Barranquilla. Quizás se deba a la profunda empatía y humanidad que demostró tener siempre que desde muy pequeña descubrió lo que quería hacer por el resto de su vida: salvar vidas.

 

 

  • Doctora, sabemos que desde principio de año está atendiendo pacientes con Covid-19 en el hospital militar de Bogotá, nos gustaría conocer ¿Cuál fue su reacción cuando le dieron la noticia que iba a ser uno de los médicos encargados de tratar pacientes con dicha enfermedad…qué pasó por su mente?

 

Bueno, desde marzo empezamos a atender pacientes y ya habían empezado más o menos los protocolos antes de que se diera a conocer el primer caso positivo aquí en Colombia. La primera reacción pudo haber sido miedo, incertidumbre, no saber en realidad si Colombia estaba preparada para una situación como esta y los protocolos no estaban muy bien establecidos, no se sabía cómo se iban a manejar los pacientes, qué debían hacer, cómo podíamos ayudarles para evitar las complicaciones, entonces los primeros sentimientos fueron muy encontrados. Se presenta mucho el miedo y más en uno como médico de primera línea.

 

 

  •  ¿Cómo hizo para controlar ese miedo?

 

Bueno, cuando comenzamos a dividir la parte de respiratorios y no respiratorios, no seguí trabajando debido a que fui una de las primeras contagiadas en el hospital, pero yo creo que en ese momento ayudó un poco más la parte humanitaria, la parte de querer ayudar y estar en la primera línea y de querer que todo salga bien. Por esto fue que ese miedo pudo ser más controlado.  

 

 

  • Cuéntenos un poco más acerca de su experiencia como una de las primeras personas contagiadas en el hospital donde trabaja.

 

Fue una experiencia muy traumática, creería que los lineamientos han venido cambiando muchísimo, en esa época nosotros hacíamos pruebas del hisopado de la nariz y se hacían hasta que la prueba saliera negativa, a mí me salió 3 veces positiva, una vez indeterminada y a la quinta vez me salió negativa entonces fueron 42 días que yo estuve en mi casa totalmente aislada obviamente, no podía salir, no podía recibir visitas, mi proceso fue básicamente quedarme en la casa esperando, haciéndome y haciéndome pruebas hasta que me saliera negativa.

 

 

  • ¿Cómo se encarga el hospital de los médicos contagiados?

 

En realidad, el hospital no es el que se encarga porque la mayoría de médicos estamos por prestación de servicios. Quiere decir que estamos como trabajadores independientes del hospital, la ARL es un proceso bastante largo lastimosamente, pues todo el proceso de salud en Colombia, sea uno médico o no está muy poco establecido. Yo tuve que esperar como 5 meses después de mi infección para que me pudieran pagar esa incapacidad. Uno como prestador de servicios de la salud tiene ese riesgo, y lo cuentan como un riesgo laboral, debido a que uno atiende a los pacientes con COVID. El hospital como tal estuvo muy pendiente de mí, me llamaban a preguntar cómo seguía, sobre los resultados de la prueba y esas cuestiones; pero en sí el que se encarga de la incapacidad, del pago y del seguimiento es la ARL.

 

 

  • ¿Cómo es un día normal para un médico que atiende pacientes con Covid-19?

 

Pues antes se hacían turnos de 6 horas únicamente, ahora se están haciendo 12 horas día de por medio en la mayoría de establecimientos. A las 7 de la mañana uno llega al hospital y le brindan los elementos de protección personal. Nosotros tenemos un uniforme en cierta parte del área respiratoria, tenemos nuestros lockers, realizamos el procedimiento para cambiarnos; nos ponemos uniforme desechable, bata, tapabocas N95, gafas y careta facial. Ingresamos al área COVID, donde habemos unos que estamos en consultas; es decir, atendiendo los ingresos; y otros que se encuentran ya en la parte de observación. Vemos a todos los pacientes en general, si llegan bien, si llegan mal, ahorita está un poco controlada la cuestión. Sin embargo, ya se está volviendo a ver cierta cantidad de pacientes críticos que ya estaban en disminución. Vemos los paraclínicos de los pacientes, radiografías, iniciamos el manejo médico respectivo, y ya a las 7 de la noche salimos. Obviamente uno en esa área intenta no ir al baño, el almuerzo se hace ya en otra área y tenemos protocolos: quitarse la bata, los guantes, lavar manos, poner otra bata encima para poder comer algo al mediodía y no pasar todo el día sin comer nada. Salimos y hay unas duchas en el área donde nos cambiamos, algunas personas prefieren bañarse en sus casas o ahí y ya después llegamos a la casa para poder descansar. 

 

 

  • Sabemos que es muy cercana a su familia que actualmente reside en la ciudad de Santa Marta, nos gustaría saber ¿Qué siente estando lejos de casa por tanto tiempo?

 

Gracias por esas palabras. Los he extrañado como nunca. A mi hermanita más que todo porque yo vivía con ella y fue la primera que apenas vio que las clases eran virtuales voló, entonces la verdad los he extrañado muchísimo, gracias a dios los pude ver hace como dos semanas cuando abrieron los vuelos y eso, pero desde febrero no tenía la oportunidad de verlos. Siempre hablaba con ellos durante el proceso que se inició la etapa del COVID. Mi papá me llamaba todos los días, me decía: renuncia, vente para acá, yo no quiero que te contagies, quiero que estés bien. Mi mamá también, todos estaban muy preocupados y esos 6 meses que no pude verlos fueron muy difíciles. Yo soy super apegada, me hacen mucha falta cuando no estoy con ellos y en ese momento yo creo que fue terrible, lloraba mucho, los extrañaba demasiado, pero ya los volví a ver y uno se siente más lleno. 

 

 

  • ¿Cuál es el mayor reto con el que se ha enfrentado atendiendo pacientes con un virus tan letal?

 

Yo creo que los mayores retos son los pacientes que llegan ya bastante afectados, los jóvenes más que todo que uno dice: este paciente ya va a salir, no va a pasar nada, y a las dos de la noche que uno regresa al turno entran en proceso de entubación y de entrada a UCI. Todas esas cuestiones ya uno como médico presenta ese temor de contagio, porque va a estar en contacto con las mucosas de los pacientes. Entonces yo creo que el mayor reto de los médicos en ese momento es evitar que haya propagación del virus, debido a que también tenemos al personal de enfermería. Todos estamos ahí alrededor del paciente y no podemos hacer que el virus salga. Igualmente, también creería que fue un reto que las personas al principio pensaran que era una gripa común y corriente, y no le prestaban mucha atención, por lo que hubo muchísimos casos en servicios de urgencia hasta el momento que pudimos llegar a colapsar; uno veía pacientes en los pasillos, acostados, intentando buscar cómo ponerles oxígeno porque no había puntos de oxígeno para esa cantidad de pacientes.

 

 

  • ¿Alguna vez ha sentido que quiere “tirar la toalla”?

 

Cuando uno está en el hospital, casi no hay ni tiempo para eso, la verdad. Yo llegaba a mi casa muchísimas veces y decía: voy a renunciar, ya no puedo más, esto es bastante fuerte. Pero en el hospital en esas 12 horas son uno estando pendiente de los pacientes, que llegó uno, que se complicó otro, que llegaron 5 más que tienen que entubarse, entonces uno en ese momento no piensa mucho eso. Sino cuando uno ya llega a la casa y más que todo el personal de salud convive con sus papás, con sus abuelos, tíos que uno dice “yo no voy a ser la persona que los contagie y la causa de que se vayan a complicar”, yo creo que eso pasaba mucho.   

 

 

  • Toda esta experiencia ¿Qué enseñanza personal le ha dejado?

 

Yo creo que en este tiempo uno ve en realidad que son las cosas importantes…suena un poco cliché, pero es real. Uno estando en la casa encerrado sin poder salir a rumbas, comer, cine y todas esas cosas, ve que lo más importante que se tiene son las personas con las que puedes contar. Las personas que en el momento que tú estás enfermo, necesitado de algo, están ahí para ti; yo creo que ahorita mismo tuve un acercamiento bastante profundo a muchas personas y creo que esa fue como la mayor enseñanza que me pudo dejar a mí personalmente esta etapa. Igualmente, la parte del trabajo apasiona mucho y agradecí cada minuto poder seguir haciéndolo porque obviamente con todo esto muchas personas perdieron su trabajo. Entonces es esa parte humanitaria y de estar con las personas que de verdad importan, y sabes que les importas, y no pensar que si no salimos a rumba entonces no hablo contigo no te escribo, entonces eso fue una enseñanza bastante personal.  

 

 

  • Por último, quisiéramos que nos contara alguna anécdota que la haya marcado en toda esta experiencia.

 

Hubo un paciente que me llamó mucho la atención y todavía me pone la piel de gallina por el caso que tuvo. Fue un poco cercano porque siempre que estaba de turno, él estaba ahí. Era un paciente de 43 años, sano, no tenía ningún antecedente de importancia. Ingresó porque tenía la saturación en sangre y el oxígeno un poco bajito. Ingreso solo para hacerle sus exámenes de rutina. Ese paciente se fue complicando poco a poco, yo tuve la oportunidad de hablar con la familia en varias ocasiones, con la esposa principalmente para darle la información. En unos 4-5 días de ingresado tuvimos que intubar al paciente, ingresó a UCI, y en un estado bastante crítico llamamos a la esposa, le comentamos la situación; obviamente no lo podía creer, lloraba todo el tiempo y uno intentaba calmar a una esposa con su esposo en una área critica, hablar mucho con ella y el paciente se iba deteriorando; después mejoraba y luego otra vez mal, más o menos a los 12 días de estar en UCI e intentarlo todo el paciente falleció, entonces ese paciente en especial que fue un contacto directo conmigo me marcó muchísimo. 

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