Por Ever Mejía
“Todavía tengo el futbolista por dentro”, responde Víctor Danilo Pacheco al preguntarle por la vida que lleva tras su retiro como jugador profesional. En la intimidad de su hogar el ídolo de Junior me dice “te confieso algo: yo no tomé la decisión de retirarme. A mí me retiraron, porque todavía sentía fuerzas para seguir jugando”.
En el 2012, el ex futbolista mejor conocido como Pachequito, colgó lo guayos con la camiseta de Uniautónoma. A pesar que en su último año como futbolista sintió que fue “un año espectacular, donde disfruté, donde la directiva que estaba en Uniautónoma nos arropó más como personas que como jugadores”; lamenta que los directivos que llegaron después le frustraron la posibilidad de retirarse como hubiera querido.
Si bien es cierto que su retiro no fue el deseado, Pachequito es consciente de que ya no puede hacer nada al respecto. De igual forma, Víctor Danilo sabe que el fútbol le dio muchísimas más alegrías, entre ellas la de alcanzar el sueño que se trazó de niño cuando corría tras el balón por las polvorientas calles de su pueblo Suán: ser futbolista profesional.
Las calles y los potreros le empezaron a quedarle pequeños a Víctor Danilo, pasó de jugar sin camisa o de usar la camiseta vieja de Junior para uniformarse en Atlético Mineiro, el equipo del pueblo. Mientras en los entrenamientos esquivaba los conos, las estacas y a los adversarios; en su casa eludía las dificultades que se generaban por la falta de comida. Pachequito tenía la ilusión de hacer realidad su sueño.
Por sus gambetas, por lo escurridizo, por su atrevimiento en el campo de juego, por sus goles y por sus asistencias, Pachequito integró la Selección de Suán. Esas mismas virtudes fueron por las que Jorge Alcázar decidió llevarlo a la Selección Atlántico.
Estando en Barranquilla, Pachequito estaba más cerca del sueño, integraba las diferentes categorías de la Selección Atlántico y de la Selección Colombia. Sin embargo, a Víctor Danilo lo agarró la nostalgia habitual en los chicos que dejan sus pueblos para llegar a la ciudad en busca de mejores oportunidades.
Se quería ir, el pueblo lo jalaba, y fue ahí cuando la escuela de fútbol Apuesta La Fortuna fue trascendental para la vida de Víctor Danilo. La escuela le ofreció comida, hospedaje y estudios, creyeron en las condiciones no solo de Pachequito, sino de una camada de jugadores que luego fueron figuras en el Fútbol Colombiano como: Henry Zambrano, Osvaldo Mackenzie, Modesto Gaibao, William Fiorillo y Douglas Molina.
Luego de superar los obstáculos, Víctor Danilo, de diminuta estatura y de increíble habilidad, cumplió su objetivo: Junior de Barranquilla lo contrató como futbolista profesional. Con la alegría de jugar en el equipo de sus amores, Pachequito consiguió dos campeonatos colombianos, en el 93 y en el 95, éxitos que catalogó de “extraordinario”.
Esos planteles de Junior estaban plagados de estrellas como Osvaldo Mackenzie, Miguel Guerrero, Iván Rene Valenciano, Cristian Montecinos, pero Pachequito admiraba a uno por encima de todos. Cuando aún no era profesional, miraba por el viejo televisor de su casa los pases que metía el flaco de la enorme melena mona que jugaba con la camiseta del Deportivo Cali, Pachequito cumplió su anhelo de jugar a su lado: “Dios me dio la oportunidad de tenerlo de compañero y ganar dos títulos con Junior, fue algo extraordinario de la mano de él”. Solo tiene palabras de admiración para él: “para mí es el máximo ídolo en toda la historia del fútbol colombiano”.
Víctor Danilo también tuvo el orgullo de vestir los colores de su patria, jugar en la Selección Colombia le generaba felicidad. Sin embargo, fue ahí donde se tropezó con una de sus mayores frustraciones, cuando no lo convocaron al Mundial de Fútbol de 1998 en Francia.
Había hecho parte del proceso de eliminatorias, pero sorprendentemente no hizo parte de la nómina mundialista. Al preguntarle por qué no fue convocado respondió: “Nunca encontré respuestas. Nunca le pregunté a Hernán ‘Bolillo’ Gómez por qué no me llevó, porque tampoco le preguntaba por qué me llamó a las eliminatorias”. Aún le duele esa decisión, dice que es respetable, pero no aceptable.
Según Víctor Danilo su no convocatoria al Mundial de 1998 le truncó su fichaje con el Valencia de España. A pesar de las condiciones de Pachequito, en el exterior solo jugó en Atlante de México y no le fue de la mejor manera, cree que no tuvo un técnico que le diera la confianza y por eso no pudo destacarse en México.
Considera que sus fichajes al exterior no se concretaron porque: “no tuve la gente adecuada como para que me promocionara, como decir un empresario”. Además de eso, Pachequito en Junior se sentía como en casa: “yo me sentía feliz en Junior, yo era feliz, yo no quería salir del Junior”. Por el llegaron dos ofertas del Fútbol Italiano, pero ambas fueron rechazadas, la del Atlanta cuando se llevaron a Iván René Valenciano y la del Bari cuando ficharon al “Niche” Guerrero.
A pesar de ser tener una honorable trayectoria como futbolista y de ser un personaje reconocido en la ciudad, Víctor Danilo es un hombre sereno que no se da ínfulas de importante. Entre risas me dice “yo no soy distinguido” cuando le explicaba por qué quería hacerle la entrevista. Cuando le decía que mi generación no pudo ver el esplendor de su carrera, él me corta y riéndose me dice “de pronto no te perdiste de nada bueno”.
Las jóvenes de mi generación no pudimos ver jugar a Pachequito, lo que sabemos es porque lo vimos en vídeos o porque nos los contaron nuestros padres y tíos. “Me dicen que Vladimir Hernández se asimila a lo que jugaba yo”. Con algo de pena, Pachequito afirma que lo han comparado con Messi: “guardando las proporciones, yo no soy Messi porque Messi es un fenómeno, pero mis condiciones me daban para ser un jugador encarador, escurridizo, tenía pase gol, tenía gol”.
En el epílogo de la carrera de Víctor Danilo, en 2008 se encontró con algo que no esperaba: “Yo creo que fue una felicidad, la edad que tenía yo, ganar un campeonato con un equipo como Chico ante un equipo de jerarquía como América fue algo extraordinario”.
El retiro de Pachequito se hizo realidad: “yo no tomé la decisión de retirarme. A mí me retiraron, porque todavía sentía fuerzas para seguir jugando”. La transición de futbolista a entrenador no ha sido fácil para Pachequito: “no me considero un entrenador de fútbol, estuve aprendiendo estos cuatro años de esos entrenadores que pasaron. Y en los entrenos eso se veía, yo me sentía que era uno más del grupo, uno más de los muchachos, y ellos también lo sentían así”.
Víctor Danilo es consciente de que debe seguir aprendiendo para convertirse en entrenador, tiene que ir sacándose al futbolista por dentro. Mientras tanto, trabaja por la niñez del departamento con el programa Todo bien por Quilla y 1A de la Gobernación donde le cuenta historias como esta a los niños para que luchen por sus sueños. Son las doce y media del día, terminamos de conversar en la casa de Pachequito mientras a kilómetros de distancia los jóvenes de Suán terminan de almorzar para ir a entrenar al Estadio Víctor Danilo Pacheco con la esperanza de hacer sus sueños realidad.