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Por: Daniela Solís Lascarro

Julián Ricardo Olmos del Toro, a sus 65 años de edad, es la persona detrás del emblemático disfraz de carnaval “Sadan Husein, El Ahorcado”, quien lleva portándolo desde el 2007, luego de ver en las noticias que, el expresidente de Irak Sadan Husein, había sido mandado a la horca el 30 de diciembre del 2006.

Olmos es pensionado del puerto marítimo y un amante de los deportes. Sus días comienzan a las 4 a.m. yendo a la finca que queda cerca de su casa donde entrena junto a su club de salud de diferentes edades. a las 9:30 a.m. Llega a su casa, donde comparte el mayor tiempo junto a su esposa, hijos y nietos. Y si tiene algún compromiso por cumplir Olmos tienen listo su traje, los maquillajes y su accesorio más representativo importante para su disfraz, el nudo.

Su inspiración

El 30 de diciembre del 2006, el ex presidente de Irak Sadan Husein fue mandado a la horca. Olmos, viendo la noticia en su televisor, inmediatamente tomó una corbata y se la puso en el cuello y sacó la lengua. Camino hacia la puerta del cuarto de su hija y dijo “joda, mira, ¡igualitico ah!”. Su hija en tono burlesco le contestó: “ay papi, mejor sigue disfrazándote del cura Hoyos”.

Gran parte de su juventud, Olmos, gozó interpretar al padre y ex alcalde de Barranquilla, Bernardo Hoyos Montoya. Olmos convencido de sí mismo, aquel 30 de diciembre, contestó “no, con este, es el que me voy a ganar algo”. Hoy, 13 años después, “El Ahorcado” muestra con orgullo ser merecedor de sus tres Congos de oro al mejor disfraz contemporáneo, aunque “no ha tenido tiempo de reclamar el tercer Congo”.

Congos de Oro a mejor disfraz contemporáneo. Fotografía tomada por Daniela Solís Lascarro.

La preparación

Año tras año y cada vez con más motivación, Olmos se prepara para estar listo durante las festividades del carnaval de Barranquilla, ya que él desfila desde la guacherna hasta la muerte de Joselito. “la preparación es todo el año” dice Olmos, “cuando ya tu cuerpo se acostumbra a una actividad física él te lo recompensa”. Olmos practicó fútbol en su adolescencia y actualmente se ejercita todas las mañanas. A modo de burla expresa: “yo no sufro de ninguna enfermedad, me operaron la rodilla y el médico me decía que no caminara tanto pero un carnaval no me lo voy a perder”.

Quien aclara que desde que nació sólo se ha perdido un sábado de carnaval y fue porque se encontraba en la clínica “llegué a mi casa aburrido, prendí el televisor a ver la batalla de flores y me dije a mí mismo, joda una batalla de flores sin mí no es batalla de flores”. Sin embargo, al día siguiente Olmos decidí ir a la gran parada y hacer su magnífico desfile, sin importarle las condiciones médicas “no me pasó nada, aquí estoy”. Olmos tomó mi mano y la puso en su rodilla y pude sentir como tráqueaban los huesos, me miró a la cara riéndose y me preguntó “¿si sientes como suenan? pero así me camino todos los desfiles y no pasa nada”.

La familia

A medida que avanzaba la entrevista, Olmos se sentía más en confianza y relajado, sacaba de su cuarto fotografía de él y “sus verdugos” que son las personas que lo acompañan en cada desfile. Salimos a su terraza, mostraba con orgullo las decoraciones que tiene en sus dos ventanas y puerta, retratos en icopor de las cuales se encontraban; El Congo, el sombrero vueltiao, tambores, los son de negro y nada más y nada menos que el retrato de ‘’El Ahorcado”.  “si te das cuenta en esta calle no decoran, no hacen nada, mi casa es la única decorada por aquí”. Y no sólo es el hecho de que esté decorada, sentí el ambiente de desorden, de recocha.

Entraban sobrinas de él, salía su nieta, Ledxanth, de 9 años de edad, quién me miraba de manera extraña y caminaba de un lado a otro mirándose en una de las ventanas de la casa. Aproveché que Olmos se levantó de su silla y fue a su cuarto a buscar algunos accesorios de su disfraz para observar a ledxath, en ese momento comenzó a bailar y enseguida le pregunté “¿estás en una comparsa?”, me miró y su expresión de extrañeza en mí desapareció. “claro que sí” me contestó, “yo bailo champeta, mapalé, salsa merengue, cumbia y todo eso” continuó diciendo, se echó a reír y salió corriendo hacia la sala de la casa.

En ese momento Olmos venía saliendo disfrazado y me dijo “esa es mi nieta, esa anda metida en comparsas y todo”. Le pedí que me hablara sobre su familia y se le dibujó una sonrisa en su rostro de manera instantánea “a mi familia siempre le ha gustado el carnaval, mi esposa es la que me ayuda a maquillarme, a vestirme, mis hijos estuvieron en comparsas, es como una tradición que todos vivimos y sentimos, como familia”.

Tradición

Para Olmos, el carnaval de Barranquilla no ha perdido su esencia. Él ve el potencial artístico que poseen tantos niños, la inteligencia, el ingenio y la manera de desenvolverse en todos los escenarios del carnaval. “Yo veo que año tras año, son más los niños que quieren pertenecer a comparsas y grupos folklóricos”, dice.

Finalizando mi entrevista le preguntó a Olmos que cuándo dejará de salir en desfiles y orgulloso confiesa que él tiene una visa para el Carnaval del 2100 y que le faltan 81 carnavales más para gozar.

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