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Por: Eliana Urueta

16 de septiembre del 2019. Santiago se dirige, como todos los días, a la zona de juegos del parque Santo Domingo, en la ciudad de Barranquilla. Muchos niños corren, gritan, saltan. Jóvenes haciendo ejercicio alrededor de la cancha o sentados en las bancas. Otros, arrojando basura como si no hubiera un mañana. Ese es el momento indicado para que Santiago empiece con sus charlas ecológicas. Va reuniendo poco a poco a personas, invitándoles a conocer un poco más sobre la naturaleza y cómo protegerla. Cuando tiene a unas 20 personas a su alrededor se dispone a explicarles la importancia de conservar los parques. Muchos muy atentos a sus palabras, otros no mucho. Sin embargo, él sigue con su charla sin importarle que poco a poco la gente se va alejando. A Santiago le basta con que tan solo una persona se convenza.

Santiago Araujo da su vida por sus plantas. Esto lo demuestra día a día en el lugar que su padre le dejó hace 15 años. Vive en el suroccidente de la ciudad de Barranquilla. Su casa es peculiar. Se encuentra ubicada en el medio del parque Santo Domingo del barrio Los Andes. Su día a día consiste en levantarse a las 4:00 a.m. y lo primero que hace es barrer su pequeño jardín y luego regar, podar, abonar y fertilizar las plantas de todo el parque.

Por ese mismo amor que tiene este barranquillero por el medio ambiente, al estar en contacto directo con la naturaleza, trata de entender por qué las personas se comportan tan mal con el medio ambiente y no cuidan sus parques. Muestra mucha empatía con los demás. Como muestra de esto son las “minis charlas” que le ha tocado hacer en el parque donde reside, concientizando a las personas del daño tan grande que le hacen a los parques al no cuidarlos y que no pierdan la costumbre de salir a distraerse en familia en los mismos. Todo esto lo hace con el fin de ayudar a los demás y sobre todo al medio ambiente que cada día se está acabando.

Santiago viene de una familia de costumbres tradicionales y de bajo recursos, pero “rica en valores”, dice. Es el segundo de tres hermanos. Su hermano mayor Rafael Araujo es electricista y para nada ambientalista. Nunca se ha interesado en temas ambientales. Desde que son pequeños Santiago ha tratado de convencerlo de que el medio ambiente necesita que seamos más amigables con él. Rafael lo ignora. En cambio, David Araujo, su hermano menor, es más consciente del cuidado del medio ambiente y se ha interesado más en este tema. Muchas veces ayuda a Santiago en las labores que tiene en el parque, aunque le apasionen otras cosas. Un día, en una de muchas de las salidas que hace a los parques lo acompañó David. Al inicio de la jornada estaba muy animado; lo ayudaba en todo y hasta se veía feliz, pero todo acabó cuando llegaron a la cancha unos jóvenes a jugar fútbol. David salió detrás del balón de inmediato. Su rol de compañía a su hermano mayor había sido olvidado.

Santiago desde niño se ha interesado en temas ambientales junto con su padre. Al día visitaban entre dos y tres parques que quedaban cerca a su casa, podando las plantas y recogiendo la basura que arrojaban los demás. El superhéroe del ambiente, como lo llamaba cariñosamente su padre esperaba a su hijo del colegio para salir a salvar los parques. Santiago corría de un lado para otro creyéndose un verdadero héroe que iba a combatir la contaminación de los parques. Además de tener la satisfacción de cuidar al medioambiente, traían el sustento a su casa. Vendían toda la basura que recogían y con eso ya tenían para comer así sea dos veces al día. Por eso, no resulta extraño que lo vean en el parque Santo Domingo. Es algo que Santiago sigue haciendo en su cotidianidad.

Esa misma costumbre ha querido inculcar a sus hijos; Sebastián de 8 años y Sofía de 13. Enseñándoles, primero, lo hermosa que es la naturaleza y como pequeñas malas acciones pueden acabar con ella. Muchas veces los fines de semana se van hasta otros parques cercanos para hacer jornadas de aseo. Y los días de semana, en sus tiempos libres, se dedican a regar las plantas del parque en donde viven. Santiago dice que es un gran comienzo para sus hijos ya que este será el legado que les quiere dejar. Quiere que sus hijos sientan ese mismo amor que él siente por el medio ambiente, a tal punto que asegura que daría su vida por proteger su jardín personal y las plantas del parque Santo Domingo.

Aunque esta actividad que realiza desde hace muchos años no le genera muchas ganancias, debido a que no tiene ninguna relación con el Estado, Santiago se levanta todos los días muy animado a cumplir con su labor, ya que la mayor ganancia para él es estar contribuyendo, así sea un poco, a la conservación y cuidado del medio ambiente.

 

 

 

 

 

 

 

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