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Por: Jairo Parada

Así como los ciudadanos de este país hemos dejado, con 11,7 millones de votos heroicos, sin mermelada ni prebendas, un claro mensaje de lucha contra la corrupción que nos agobia, estimada en $50 billones por año, toca también prepararse y actuar frente a la ofensiva tributaria del ministro Carrasquilla. Su propuesta no debe verse como algo proveniente de su talante personal, sino nace de una clara concepción ortodoxa y neoliberal de la economía, proveniente de los ministros de Hacienda uniandinos que han predominado en las últimas décadas.

Partimos de señalar que los impuestos son el “precio de vivir en civilización”, como afirma Jeffrey Sachs. Cierto es que en Colombia no es que paguemos muchos impuestos, pues apenas llegamos al 15,6% del PIB en carga tributaria. Otros países como Uruguay o Chile tienen una mayor participación tributaria y un mayor desarrollo social. Nuestro ministro dice que en Colombia el 85% lo recaudan las empresas, y el 15% restante lo pagan las personas, cuando debiera ser lo contrario como en los países desarrollados. Claro que se le olvida que estos países tienen un ingreso percápita 4 o 5 veces superior a nuestros modestos $7.000 dólares.

Además, nuestro país es uno de los más desiguales del mundo y de América Latina, con una informalidad de más del 50%, donde apenas 2,5 millones de personas declaran renta, de un total en la fuerza laboral de 23 millones. Por ello, no extraña que las empresas respondan por esta alta participación en la tributación. Me parece sensato que se piense bajar las tasas impositivas a las empresas, pues la tributación efectiva ronda en un 50%. Lo que resulta inaceptable, dentro de una visión de equidad, es que esa rebaja tributaria se proponga cubrirla con una generalización del IVA a bienes de la canasta familiar (leche, huevos, papa, carne, arroz, frutas, transporte, etc.), lesionando a los sectores medios y populares, so pretexto de una devolución imposible a los estratos más pobres, en una economía muy informal y medianamente bancarizada. Si se necesitan más impuestos debe mirarse hacia arriba y no hacia abajo.

Como ya lo planteó Piketty hace rato, hay que gravar no tanto a las empresas sino a las personas naturales ricas, con patrimonios gravables altos. Un estudio de Juliana Londoño así lo demuestra, donde se señala que el 1% más rico de Colombia concentra el 40,6% de la riqueza. Si allí se incluye la riqueza que se tiene afuera del país, el porcentaje aumenta al 43,6%. Lo anterior, combinado con un fortalecimiento de la DIAN y la implementación de la factura electrónica, puede ayudar a cubrir la necesidad de los $3 billones adicionales que busca Carrasquilla.

El gobierno enfrenta un bajo presupuesto para el 2019 de $259 billones, con recortes fuertes en ambiente, sector agropecuario, ciencia y tecnología, cultura, deportes, minas y energía, etc., los cuales limitarán el desempeño del gobierno de Duque, pues la política fiscal estará atrapada en el discurso de la austeridad. En un ambiente mundial enrarecido con la crisis turca y las guerras comerciales, la economía nacional está frágil y las buenas señales de recuperación se pueden desvanecer. El zarpazo tributario puede empeorar las cosas.

Foto:  @BancoRepublica

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