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Por Ailin Pinto

De pequeña solía preguntarme el porqué las personas a mi alrededor se quejaban del país, pero no hacían nada para cambiarlo. Pasaron unos años más, en donde mi estatura creció junto con mi conocimiento, sin embargo, la pregunta aún se mantiene como una paradoja para mí. Es la hora y todavía no logro percibir todo lo que hay detrás.

Si bien es cierto, el monopolio político hace referencia a ese estado en el cual los mismos personajes, las mismas élites, se mantienen en el poder. Aún así, con la poca experiencia que tengo como ciudadana colombiana me he dado cuenta que no se trata solamente de esto. Si analizamos la historia del país, podemos ver como expresidentes no aceptan que su tiempo en el poder se acabó y siguen en busca de mantenerse en él.

Colombia es un país democrático representativo y participativo, en el cual es clave que el Estado mantenga una presencia en todo el territorio nacional con el fin de aumentar su eficiencia en la realización de procesos, servicios y trámites. A esto se le conoce como descentralización política, lo cual es igual de justo y necesario como reconocer que no siempre las mismas personas pueden tener el control, porque al final se volverá un caos.

Es como si se dejara a una sola persona a cargo del país. Esto no es peligroso ya sea porque la persona no pueda o tenga la capacidad, no, no se trata de eso. Se trata exactamente de que Colombia es un país democrático y participativo. Al serlo se exige que por lo tanto los colombianos tengamos voz y voto en las decisiones del país, que se nos posibilite la opinión de los ciudadanos, que nos permita generar políticas más efectivas y cercanas a las verdaderas necesidades de la población. Es decir, el poder absoluto en una sola persona lo único que nos puede llegar a conducir es al desastre, eso incluso se puede ver con la historia, con Fidel Castro en Cuba y/o incluso en Venezuela con Hugo Chávez. 

Cabe resaltar que Colombia no está manejando el mismo tipo de gobierno que el de Cuba o Venezuela, sin embargo, esta aprehensión política que estamos experimentando, en especial en los últimos años, nos puede hacer llegar a algo muy similar. Todo porque la potestad legislativa y ejecutiva están reunidas, por lo tanto, no habrá libertad y en cambio, habrá más riesgo de que se puedan hacer leyes opresivas que imponen de manera abusiva los mismos personajes y élites.

La obsesión de más de un político con el poder no da espacio a dejar al Gobierno sin uno de sus candidatos políticos. Siempre vemos como expresidentes lanzan su candidato personal e incluso se lo hacen saber al pueblo, sin vergüenza alguna. Siguen gobernando a través de una cara nueva, para nadie es un secreto que por más que sea una persona distinta la que veamos este seguirá son las órdenes de arriba, del que lo postuló. Lamentablemente, es así. Ahora bien, ¿el mismo Gobierno está haciendo algo para cambiarlo? La respuesta es no, no le conviene. Mientras estén los mismos, se siguen favoreciendo a los mismos. La corrupción perjudica el crecimiento social y promueve la estafa pública, pero les genera una posición de dominio y potestad ante el pueblo. Se ubican entonces en un lugar donde son y serán intocables para las problemáticas que acongojen a la comunidad.