Esta película sueca dirigida por Ingmar Bergman, narra la historia de tres hermanas, que por el destino están alejadas sentimental una de la otra. Estas se vuelven a reunir en la mansión de sus padres por la grave enfermedad que acaba con la vida de Agnes (Harriet Anderson), una de las hermanas. A lo largo de la historia se evidencian la estrecha relación afectiva que tenía la empleada de servicio (Kari Sylwan) con la joven enferma; la farsa de matrimonio y frialdad de Karin (Ingrid Thulin); y el libertinaje, la superficialidad y poca importancia por quienes la rodean de Maria (Liv Ullmann). A todo esto se suma la intención fallida de volver a unir los lazos de cariño y hermandad que vivieron cuando niñas.
Los premios más importantes ganados por esta película están; el Oscar a mejor fotografía, en 1972; el David de Donatello entregado como mejor director extranjero y uno especial entregado al mejor reparto, en 1974; el New York Film Critics Circle como mejor actriz a Liv Ullman, a mejor película, mejor director y mejor guión entregado a Ingmar Bergman, en 1972; el premio Bodil a mejor película no Estadounidense, en 1974; también le fue otorgado el gran premio técnico en el festival de Cannes, en 1973.
Entre los aspectos más representativos y llamativos que se logran observar en esta película; se destaca la utilización del rojo en todos sus tonos, en el transcurso de toda la historia. Desde los fundidos con planos cerrados, hasta los más abiertos dentro de los diferentes sitios de la mansión (paredes, cortinas y tapetes); lo cual contrasta con la pureza del blanco que se utiliza en la mayoría de los atuendos que visten los diferentes personajes.
Puesto que la mayoría del film se desarrolla dentro de un lugar cerrado, es fácil perder la noción del tiempo. Sin embargo, Bergman logra solucionarlo ubicándonos sutilmente con elementos tan sencillos como el avance del reloj.
También evoca mucho a la simbología. Un ejemplo es la escena de Anna, la empleada del servicio, sosteniendo en brazos a Agnes desnuda, representando en esta postura la imagen de la piedad; sentimiento que sintió Anna todo el tiempo por el sufrimiento de la misma Agnes.
Ingmar además juega en este film, con la realidad y la fantasía; entre la vida y la muerte; sin definirse sencillamente; como lo es el caso de la escena en donde, después de muerta, Agnes le dice a María que la acompañe porque el lugar en donde está es solitario y frío.
Al final esta película, consigue hacerte reflexionar sobre todas esas cuestiones morales y te lleva a un auto enfrentamiento sobre el verdadero sentido del alma humana y de todo los secretos que se guardan en ella. Sin duda una película que hay que ver con los ojos bien abiertos y sin ningún tipo de tabúes.
https://youtu.be/6Pw7FYex5pQ
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Foto: Cries and Whispers
