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Por: Carolina Niño; Daniela Moreno; Daniela García

En Barranquilla, el atletismo está olvidado. No precisamente porque otros deportes nublen su esplendor, ni porque el talento haga falta. Está olvidado porque aquí a los atletas les toca como en un combate en tiempo de guerra: contender contra el sistema, hacer frente a las inciertas promesas e inventarse ofensivas que contrarresten sus propias necesidades económicas.

El gimnasio de la Liga de Atletismo del Atlántico, que funciona en el emblemático Estadio Metropolitano Roberto Meléndez de la ciudad de Barranquilla, sorprende por lo mísero y descuidado. Más de un centenar de jóvenes acuden sagradamente a sus entrenamientos todos los días esperando convertirse en los Bolt o Ibargüen de las próximas generaciones. Son jóvenes que dentro de sus tantas limitaciones buscan dejar huella en los ‘grand slams’, del atletismo mundial. Lo que los separa de donde están hasta su meta no es una mejor disciplina, o disposición. Es el incuestionable deterioro de las instalaciones donde entrenan, la pésima calidad de los equipos con los que se forman, y la falta de compromiso de las entidades públicas que aparta a estos soñadores incansables de sus ambiciosas aspiraciones.

El estado del “gimnasio”

Juan José está enfermo. Llegó a la entrevista con la voz nublada y visiblemente perjudicada. Se sienta en una silla del Coliseo de la Universidad del Norte, donde gracias a una beca del gobierno cursa segundo semestre de Ingeniería Eléctrica. Tiene 17 años, y lleva tres años siendo atleta en la Liga de Atletismo del Atlántico. Acudió a la entrevista enfermo porque el gimnasio donde entrena ha ocasionado alergias en él y muchos de sus compañeros, especialmente en los días lluviosos, donde el calor del lugar contrastado con el frío del exterior, produce muchos malestares que atentan contra su salud.

El lugar antes mencionado, es una bodega a la que ellos amigablemente llaman “gimnasio”, y que ha sido cedida por el estadio para que los atletas alberguen los implementos para sus prácticas diarias, ya que en todas sus modalidades -salto alto, salto largo, salto triple,vallas, lanzamiento de discos, lanzamiento de jabalinas, relevos, y velocidad-, es necesario el entrenamiento en un gimnasio como parte de sus rutinas.

A la entrada, ubicada unos cuantos metros a la izquierda del túnel que alberga a la Selección Colombia en sus partidos, se puede ver una reja de color negro a donde las personas tienen que entrar con extremo cuidado si llueve, pues la entrada se colma de aguas estancadas complicando el paso a los que busquen ingresar.

Ya en el “gimnasio”, se puede ver que el sitio corresponde a unos baños sin terminar, que se encuentran al fondo del recinto donde además hay tubos, baldosas, y materiales olvidados que colaborar más con el deterioro de la bodega. Gracias a esto, los murciélagos han tomado el lugar como hábitat desde hace algunos años.

Una colchoneta vieja para abdominales, cinco discos de pesas oxidados e incompletos, tres barras corroídas más cinco bancos de ejercicios rasgados y desgastados -algunos apoyados sobre una mesa largaque utilizan de soporte-, y tres partidores o tacos dañados conforman la indumentaria de entrenamiento diario de las más de tres ligas de atletismo que acuden a formarse.  Esto, sin contar que la pista que rodea la cancha de fútbol y en la que estos deportistas entrenan duró cuatro años guardada por lo que se cristalizó y es apenas apta para entrenamiento, pues para las competencias es defectuosa en gran medida.

El hacinamiento es para Juan José y los demás atletas el gran problema. En las sesiones de sus entrenamientos en el “gimnasio”, varios clubes de atletismo se reúnen para hacer ejercicios, y por falta de equipos les toca turnarse a más de quince, veinte o treinta jóvenes conglomerados en el mismo lugar, para completar sus indispensables rutinas que luego de 5:30 pm se suspenden, pues no cuentan con luz en el gimnasio.

La médico Luz Dary Herrera de la Universidad del Norte, y especialista en dermatología del Instituto Médico Carlos Chagas Río de Brasil,  explica que estos jóvenes por las bajas condiciones de salubridad e higiene a las que se encuentran sometidos, podrían desencadenar en dermatitis de contacto, infecciones por hongos albergados en los bancos y las bacterias que ocupan todo el lugar.

Juan José comenta que en dos ocasiones ha sufrido de hongos en los costados de sus piernas al tener contacto con estas superficies todos los días,  por lo que entre él y sus compañeros, escogen un día de limpieza en el cual  asean en la medida de posible el lugar, pero los calados ubicados en las paredes filtran el polvo y la suciedad haciendo vano el trabajo hecho anteriormente.

Sacrificios

Juan Cervantes es uno de los entrenadores de la liga. Aclara que la indumentaria que se ha conseguido ha sido con cuotas que mensualmente estos jóvenes acuerdan dar a la ligar, para comprar lo que haga falta. Rifas y bazares también hacen parte de sus ‘estrategias’ para conseguir dinero que les permita mejorar sus condiciones de entrenamiento.

Desafortunadamente el elevado costo de los equipo supera lo que una rifa o un bazar puedan producir. “Necesitamos más de 20 partidores que tienen un precio por unidad de seiscientos mil pesos, algunas jabalinas que oscilan entre un millón quinientos mil y dos millones de pesos, discos para entrenamiento por un valor de cuatrocientos mil pesos. Y éste es sólo el principio”. Aclara Juan Cervante, quien ha tratado por años desde que es entrenador, de aportar incluso de su propio salario para comprar indumentaria que en un par de ocasiones, se ha perdido en el mismo estadio.

Del centenar de atletas que entrenan, según Juan José, la mayoría hacen grandes empeños para ir a los entrenamientos, pues saben que faltar a estos es restar posibilidades a sus metas. Sacrificios como emprender largos recorrido a pie desde sus hogares hasta el estadio para ahorrarse el dinero de los buses, o repartir el tiempo entre los estudios y las prácticas, hacen parte del diario vivir de estos deportistas. Muchos han optado por retirarse del deporte y trabajar en asuntos muy distintos a lo que le apasiona porque vivir de esto es desde luego imposible.

Juan José se siente olvidado como deportista. Afirma que no hubiese recurrido a estudiar una carrera, si el deporte le brindara lo que en otros países como Jamaica o Estados Unidos brinda a los atletas que los representan.  Con desdicha, cuenta que ir a Medellín o Cartagena es un paraíso. “En Medellín al atleta le dan hasta el desayuno, allí los atletas provenientes del Urabá los llevan a que estudien y entrenen. El gimnasio de Medellín tiene hasta aire y eso se ve reflejado en las competencias pues ellos llegan y arrasan, mientras nosotros hacemos malabares”, afirma.

Gracias a la paupérrima indumentaria con la que cuentan, estos atletas van a otras competencias y  desconocen cómo utilizar los equipos modernos. Es el caso de los partidores o tacos que son unos dispositivos que les ayudan a los corredores como punto de apoyo en el momento de partida. Al no poseer estos equipos, los atletas del Atlántico llegan a las otras competencias a expensas de que sus oponentes les explique su uso correcto para no quedar avergonzados en las carreras.

Las esperanzas

Valentina se desempeña hace cinco años como atleta. No le gustaba la idea de correr, pero se enamoró de las palabras que el Secretario de Deportes del Atlántico, Joao Herrera, pronunció hace tres años, donde les dijo a todos los atletas que les construiría un estadio de atletismo.

Su esperanza está puesta en los próximos Juegos Centroamericanos y del Caribe  2018, un campeonato  multideportivo que se realiza cada cuatro años en la región de América central y la cuenca del Mar Caribe, que tuvo como sede en el 2014 a la ciudad de Veracruz en México, y del cual la capital del Atlántico será anfitriona en su versión 2018.

Para este fin, Coldeportes y la Secretaria de Recreación y Deportes Distrital ha estimado un presupuesto de 110.000 millones de pesos. Estos atletas esperan que su sueño de contar con un estadio propio para desarrollar sus habilidades sea una realidad, que cuente con un gimnasio bien equipado, un pista de atletismo conforme a sus necesidades que les permita realizar torneos como anfitriones y apoyo en las competencias nacionales e internacionales por parte del gobierno.

Por su parte, el Secretario de Deportes de Barranquilla, Joao Herrera, no ha dado declaraciones, pese a la insistencia de la entrevista.

“Nos sentimos olvidados”, Juan José Martínez

“Uno se acostumbra”, eso responde Juan José Martínez cuando se le pregunta acerca de sus sentimientos ante esta lamentable situación. Para ellos, es difícil entrenar en un estadio que no les pertenece, donde se le tiene celo a la grama del fútbol, donde cuando hay partidos les toca quedarse afuera.

Pero, con una sonrisa dice: “El deporte te enseña la amistad”. Juan José entrena en un grupo que más que amigos, son hermanos. A pesar de la decepción que siente al no lograr muchas veces las marcas que quiere no porque no ponga todo el esfuerzo de su parte, sino porque no cuenta con los equipos necesarios para lograrlo.

Le gusta el fútbol, pero a vece siente impotencia de que otros deportes sean el ojo de la atención, mientras a ellos les toca con las uñas. Juanjo, como  afectuosamente lo llaman sus amigos, dice que el Atlántico los atletas están dando resultado a pesar de los obstáculos que les respaldan. 147 atletas colombianos llegaron a Río para los Juegos Olímpicos 2016. Uno de ellos, Anthony Zambrano hizo una participación ejemplar, ubicándose en una buena posición a pesar de ser su primera vez en esta competencia. Anthony hace parte de la Liga de Atletismo del Atlántico, prueba de que el país necesita apoyar este deporte que tantas satisfacciones le ha traído a lo largo de la historia.

En la Liga de Atletismo del Atlántico, los atletas gracias a los esfuerzos de su director Orlando Ibarra, logran ir a las competencias donde si no triunfan, son ubicados en los primeros lugares comúnmente.

En el wallpaper de la tableta de Juan José se encuentra la imágen de la atleta Allyson Felix. Se le ilumina el rostro sólo al mencionar su nombre. Es el “amor de su vida”, sabe que tiene seis preseas de oro y tres de plata en los Juegos Olímpicos, nueve doradas más en los campeonatos de Atletismo, y la lista continúa.  Juan José se ve reflejado en ella. Dice que ella a su edad -17-, ya era medallista olímpica en velocidad, su misma modalidad. Es el reflejo de lo que quisiera y puede ser si tantos obstáculos que le pone el sistema y la vida,  -incluso más de los que le enfrenta en la pista-,  no existiesen, si no fuera como él mismo ´se considera, un atleta olvidado.

 

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