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Por: Wilbert Daw

Y es que nadie, ni siquiera el más patriota de los colombianos, se imaginó que Colombia alcanzara los cuartos de final del Mundial Sub-20 2019.

Lo que se pensaba podría ser un camino lleno de desdichas terminó convirtiéndose en una de las tantas ilusiones deportivas que guardamos como país. Y es que nadie, ni siquiera el más patriota de los colombianos, se imaginó que Colombia alcanzara los cuartos de final del Mundial Sub-20 2019, que por estos días tiene lugar en Polonia.

La agónica clasificación del combinado patrio junto con su enredado y somnoliento juego que mostró en el sudamericano de la categoría celebrado el pasado mes de enero en Chile, hicieron prever lo peor.

Todos llegamos a pensar que el equipo dirigido por Arturo Reyes ni siquiera daría para superar la segunda fase por los puntos anteriormente expuestos en el inicio de este párrafo, pero quedamos con la boca abierta y llegamos a ilusionarnos con lograr un poco más de lo que había alcanzado el seleccionado.

Pero ese proceso no fue nada sencillo. Tampoco hay que caer en el facilismo de que, tras quedar eliminados a manos de Ucrania el viernes anterior, todos son unos petardos como también no podemos pasar al otro extremo de decir que se hizo todo bien.

Simplemente podemos decir que, aunque faltan cosas por mejorar, este equipo sub-20 no es tan malo como se llegó a creer.

Para poder llegar a esa conclusión hay que devolver la cinta nuevamente al sudamericano de enero. El punto alto de los pupilos de Reyes fue su defensa, la menos vencida del torneo con solo 3 goles concedidos.

Los problemas pasaban a nivel ofensivo, donde era casi nulo la creación de peligro y si llegaban a tener oportunidades, no tenían afinada su puntería.

Mucho se criticó al entrenador Arturo Reyes por la convocatoria a dicho certamen en Chile, ya que mostraba tener tintes de ‘cometazos’ en las alineaciones y que la mano de ciertos empresarios había tocado al combinado juvenil. En otras palabras, Reyes se equivocó a la hora de elegir la plantilla. No obstante, logramos el cupo al mundial Sub-20.

El mismo Reyes pareció darse cuenta de ello y decidió hacer unos ajustes en la nómina, echando mano de algunos jugadores colombianos que militan en Europa. Así, nombres como el de Anderson Arroyo, Juan Camilo ‘El Cucho’ Hernández y Luis Sinisterra aparecieron en la lista.

Arroyo es un lateral del KRC Genk de Bélgica, pero su pase pertenece al prestigioso Liverpool de Inglaterra. ‘El Cucho’ venía de realizar algunos juegos importantes con la camisa del Huesca Español y Sinisterra hace parte de las filas del Feyenoord holandés.

Pero fue precisamente en la llamada de los ‘refuerzos’ donde se sembró la gran polémica previo a la participación mundialista.

Además de los futbolistas ya mencionados estaban otros dos jugadores que se convirtieron, o mejor dicho, que Arturo Reyes convirtió en las manzanas de la discordia,

Los juveniles Eddie Salcedo e Ian Carlo Poveda poseían en esta temporada un actuar importante en equipos base del fútbol europeo. Salcedo descosía porterías en las inferiores del Inter de Milán mientras que Poveda aparecía de vez en cuando en el Manchester City e incluso llegó a jugar un partido de la Carabao Cup con el combinado titular ante el modesto Burton Albion.

Sus actuaciones llamaron la atención de Italia e Inglaterra, quienes los tuvieron en cuenta para procesos con sus seleccionados. Salcedo participó de un microciclo con el equipo absoluto de la ‘Azurra’ y Poveda fue tenido en cuenta por el equipo Sub-19 de los ‘Tres leones’.

Muchos pensaron que estos dos jóvenes podían ser unos buenos refuerzos para el seleccionado sub-20, pero no el entrenador Reyes. El estratega samario no estaba interesado en verlos y pues está en todo su derecho de no hacerlo. A fin de cuentas, él es el orientador del equipo.

También hay que aclarar que el hecho de que un jugador milite en Europa y sea tenido en cuenta por selecciones de otros países no significa necesariamente que sea mejor que los que juegan para la nación de su nacimiento. En resumen, Reyes tenía de donde apoyarse. Sin embargo, eligió una salida al tema de forma polémica:

“Un jugador que se ha puesto la camiseta de otro país por tantos años no puede sentir la camiseta de esta Selección”.

Esas fueron las palabras que usó Reyes y que, con razón, sembró el malestar de varios seguidores del balompié nacional pues solo porque tuvo la oportunidad de vestir los colores de otro país no podía descartarse así no más.

En categorías juveniles, la FIFA permite que los jugadores represente a cuantas naciones quieran así no sean las de su nacimiento. Casos como los del nigeriano Víctor Moses -jugó un Mundial Sub-20 con Inglaterra- o el del argentino Juan Manuel Iturbe -tras jugar un mundial Sub-20 con su país, terminó representando a la absoluta de Paraguay- son el pan de cada día en estas categorías.

Con dudas, expectativas bajas y desconfianza, fue como llegó Colombia a enfrentar a Polonia, Senegal y Tahití en el Grupo A del Sub-20.

Esa energía negativa comenzó a despejarse un poco tras el debut ante el anfitrión Polonia. Colombia dio una gran muestra de buen fútbol y los refuerzos hicieron lucir mejor al equipo.

Sin embargo, la gran figura fue Iván Angulo, extremo izquierdo que milita en las juveniles del Palmeiras brasileño, que marcó uno de los dos goles -el otro lo hizo Luis Sandoval- y su desequilibrio fue importante para superar a la defensiva local.

Pero las dudas regresaron ante Senegal. Perdimos 2-0 y la desconfianza volvió. No obstante, quedó en el aire la sensación de que se perdió el juego por errores puntuales y no porque hayamos sido inferiores ante los senegaleses.

De todas formas, quedaba un partido para asegurar el boleto a octavos y era contra la modesta Tahití. Colombia demostró superioridad frente a los polinesios y la vapuleó 6-0.

Superado el escollo de la fase de grupos, tocaba rivalizar a Nueva Zelanda, otro combinado de Oceanía, pero con mucha más técnica y que había dado retazos de buen fútbol y pragmaticidad en sus duelos. Fue un encuentro intenso, de ida y vuelta, donde los equipos no dieron ni un balón por perdido. Nos adelantamos gracias a una diana de Andrés Reyes, pero Elijah Just igualó la contienda.

Los minutos pasaron y se acabaron los 90 reglamentarios. También el alargue se pasó volando, pero con mucha angustia pues Nueva Zelanda puso a los ‘Cafeteros’ contra las cuerdas. Por fortuna para los de Reyes, llegaron los penales.

En dichos cobros, el nerviosismo se apoderaba de Colombia. El arquero Michael Woud atajó los dos primeros cobros del seleccionado patrio, mientras que los neozelandeses marcaron dos cobros a esa altura del juego. Llegó el tercer tiro en los pies de Andrés Perea, hijo de Nixon Perea.

Su disparo lo despejó Woud y parecía que todo terminaba. Pero el nuevo miembro del santoral católico colombiano, San VAR, realizó un milagro. Woud, como todos los arqueros en cobros de penal, puso su cuerpo por delante de la línea de gol para atajar el remate de Perea.

Generalmente, los árbitros ya no marcan este tipo de acciones, pero al VAR ese día le dio por sancionarla y obligó a la repetición del cobro que terminó al fondo de la red.

Penal va, penal viene, hasta que llegó el último cobro. Un neozelandés nervioso se paró al frente del esférico y el meta Kevin Mier, que había atajado un penal antes, volvió a lucirse y con sus manos retuvo el sueño de los oceánicos y catapultó el anhelo colombiano a cuartos de final.

Allí esperaba Ucrania, que perdía a su principal estrella, el arquero Andriy Lunin, porque fue convocado para el equipo absoluto de cara a las eliminatorias a la Eurocopa 2020.

Los ucranianos demostraron su orden y su capacidad física frente a los nuestros durante todo el encuentro y ganaban todas. Eso sí, la jugada decisiva del encuentro terminó siendo un despiste de Mier y del central Carlos Cuesta, que terminó en la anotación ucraniana.

Se evidenció una superioridad de los europeos, pero cuando llegó el remate del partido Colombia los apretó y se vieron abrumados.

Parecía que el empate estaba cerca, pero San VAR apareció del lado de los ucranianos y le señaló al árbitro del encuentro que debía expulsar a Johan Carbonero, habilidoso atacante del Once Caldas, tras un fuerte choque que sacó del partido al central Denis Popov. Hasta ahí llegó la ilusión.

Terminó el encuentro e inmediatamente llegó la cruz para los nuestros. Troncos, maletas, equipo sin ideas y un montón de cosas más les dijeron a estos futbolistas tras acabar el encuentro contra Ucrania.

Para éste servidor, son palabras que no vienen al caso, pues Colombia mostró una mejor cara en el mundial y comprobó de que hay talento por trabajar en este país. Con excepción del partido frente a los ucranianos, la ‘Tricolor’ no lució inferior a sus rivales y siempre se le notó una actitud ofensiva más fuerte, aunque con inmensos fallos a la hora de definir las opciones.

A todas éstas, quien escribe estas líneas había quedado alarmado con el juego de Colombia en el sudamericano juvenil, pero al ver lo hecho en el mundial permite ver jugadores que pueden convertirse en realidades a futuro.

Podemos ver esto en los centrales Andrés Reyes y Carlos Cuesta, los volantes Jaime Alvarado y Andrés Balanta y los extremos Iván Angulo y Luis Sinisterra.

Puede ser que nos falte mucho trecho para mejorar a estos muchachos, pero una cosa sí es cierta: no somos tan malos.

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