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Por: Karelys Milena Castillo Morales

Detrás de la alegría que expresa Sebastián Guzmán Gallego, Rey Momo 2023, se encuentra una persona que ha tenido todas las dificultades para afrontar su dignidad : carencia de dinero, falta de personal, casi nulo apoyo logístico y ningún patrocinador oficial. Pese a esto, sacó adelante y con las uñas, lo mejor que pudo, su representación como el Rey del Carnaval de Barranquilla.

“Me dicen «tú eres el rey». Qué nada: yo soy Sebastián”, dice alguien quien es tal vez, de todos los reyes momos, el que más se acerca a lo que esta figura debería representar dentro de la esencia de las carnestolendas. Creador de iniciativas como el Carnaval de Suroccidente, ha expresado, a su manera, la forma en el Carnaval se ha venido convirtiendo en un negocio. Asimismo, lucha en contra de todo aquello que lesione esta festividad y explora desde adentro, las necesidades de muchos para darle una solución. Eso lo ha convertido en un rey que pone como prioridad a su gente, a su pueblo.

No obstante, es el rey que menos apoyo ha tenido para soportar su cargo. Asegura que no ha recibido el patrocinio de ninguna empresa o marca, y que ha sobrevivido gracias a los vestuarios que le regalan y que salen de las comparsas, grupos de bailes y diseñadores menores que buscan aportar su grano de arena; de la gente que lo admira y le regala pequeñas cantidades de dinero que son su chaleco salvavidas; de las organizaciones y programas sin ánimo de lucro a los que hace parte y gracias a su familia, su motor principal.

En su condición más pura, el dios Momo se trae a los carnavales como una personificación del desorden y el carácter transgresor de estas festividades, que buscan alterar el status quo. De acuerdo con el libro Antropología de la vida cotidiana de Lluís Duch se asegura que “el carnaval, por consiguiente, constituye una expresión estructural muy cualificada de la inaceptabilidad de cualquier mundo cotidiano posible y ofrece, mediante un cambio muy significativo de nivel expresivo, una alternativa, un «reverso de la trama», una configuración social y política vista desde otra perspectiva”.

Por tal motivo, se supone que el Rey Momo, dentro de su propia naturaleza, representa todo lo que es inverso a la normalidad. Sin embargo, en el nuestro no eligen a esta persona teniendo en cuenta dichas cualidades sino más bien, es visto como un homenaje y escogen a  alguien que represente las tradiciones propias del Carnaval de Barranquilla y que tenga un estrecho vínculo con el mismo.

Extraído de la mitología grecorromana, el Rey Momo era una deidad menor que por burlarse de dioses como Hefesto y Afrodita, terminó siendo expulsado del Monte Olimpo. Considerado un bufón de carácter satírico, burlesco e irónico, el Rey Momo ahora se incorpora en los carnavales hispanoamericanos en países como Brasil, Argentina y por supuesto Colombia, con el Carnaval de Barranquilla, para dar inicio a la temporada de fiesta y celebración.

En el Carnaval de Río de Janeiro, suele escogerse a un hombre de complexión corpulenta, ancho y alto para este cargo. Si hubiera sido por estas características físicas, Sebastián nunca hubiera sido Rey Momo. Por el contrario, él no mide más de 1.75 centímetros, es delgado como un lápiz y hay que acercarse mucho para escucharlo por su bajo tono de voz. Sorprende al aguantar sin queja alguna las largas caminatas que la apretada agenda de Carnaval trae consigo y todos los compromisos diarios que parecen no agobiarlo.

Continuando con la metáfora del Momo, Sebastián es el rey de su propio Olimpo: el barrio El Pueblo, más conocido como El Pueblito, ubicado en el suroccidente de Barranquilla. Su casa es inconfundible, es la más carnavalera; resalta desde los retazos de tela rosa y verde fluorescente amarrada a las rejas hasta las máscaras y figuras tradicionales hechas de material de poliestireno o más conocido como ‘icopor’, pegadas a las ventanas que la hacen destacar en toda la cuadra.

Sebastián, que desde temprano debe estar listo, camina lo más tranquilo posible un sábado de carnaval por el barrio en chanclas, sudadera, camiseta tipo polo con el logo de Carnaval S.A.S y un tradicional sombrero vueltiao. La gente, tomando el desayuno, se detiene para saludarlo, las motos le pitan en señal de “buenos días” y hasta se mantiene con el celular en la mano, cosa que de no ser él, sería una señal positiva para un atraco.

Un hombre sencillo

Así como el Olimpo, también tiene su familia real, como ellos mismos se hacen llamar. Tiene 6 hijos, pero parece que tuviera más: en su casa todos le dicen papá. Aunque vive con dos de ellos, Ricardo Loaiza y Fabiana Molina, todos sus hijos llegan a verlo a diario y los que no viven en Barranquilla, monitorean y apoyan todo desde lejos. Fabiana también es la mano derecha de Sebastián en todas las actividades de Carnaval, es más la mamá que la hija, está pendiente de toda su rutina y a donde vaya él, está ella. Asegura que no hay palabras para describir a un hombre como su papá y se le aguan los ojos al hablar del hombre que la crió.

“Yo le digo que para ser como tú, ni esta ni la otra vida”, dice Luis Eduardo Loaiza, otro de sus hijos. Aunque no sean sus hijos biológicos, ya que a todos los acogió siendo muy niños, ellos aseguran que no tienen más padre que no sea él y que su vida hubiera sido muy diferente sin él. Lo describen como una persona servicial, sencilla, a la que no le gusta fingir y da hasta lo que no tiene.

Cuentan que siempre ha trabajado para la conservación de la cultura y tradición del Carnaval de Barranquilla, aspecto que se confirma con los reconocimientos que destacan en medio del desorden que reina en la casa que le han otorgado entidades como la Universidad Autónoma del Caribe, El Goce de lo Nuestro, el Colegio Real Royal School, entre otros.

Al rato, sentada en el mueble de la sala, presencio el caos: un Rey Momo vestido de Congo que va tarde para la Batalla de Flores haciendo llamadas por doquier por exceso de problemas técnicos mientras que hay gente entrando y saliendo de la casa como un torbellino; son las evidencias de la carencia de un correcto cronograma establecido  y la escasez del personal de comitiva necesaria que este rey necesita.

Un Momo social pero desconocido

Contrario a la Reina del Carnaval, su aliada en estas festividades, el Rey no tiene patrocinadores oficiales. “Me patrocina el pueblo”, dice Sebastián mientras relata cómo de su bolsillo, le ha tocado costearse fotógrafo, uniforme de comitiva, solucionar transporte y rebuscarse sus vestuarios en el día a día. Según Carnaval S.A., entre los grandes patrocinadores de este evento cuentan con Promigas, Bavaria y Almacenes Éxito, con inversiones superiores a los $400 millones, sin embargo, ninguna de estas empresas apoya a la figura del Rey Momo.

A pesar de que manifiesta que su relación con Natalia De Castro ha sido muy fraterna, no niega que sí siente que al ser ella la figura principal del Carnaval, se deja en las sombras a la figura que ahora él representa y que sin duda, considera que debe darse la misma relevancia a ambos. En el Carnaval de Barranquilla, la Reina es la máxima representante, la figura principal. Colateralmente, se deja en muchos casos como actor secundario al rey, dejando de lado la tradición histórica que en realidad, pone al rey como el centro del Carnaval.

Este papel menos relevante que lleva a cuestas el rey, se ve evidenciado en el desconocimiento que las personas tienen sobre quién es el Rey Momo. Durante su desfile en la calle 17, el sábado de carnaval, Sebastián decidió bajar de su carroza y terminar a pie una caminata que duró más de 3 horas, solo para estar de cerca con los espectadores, tomarse fotos con ellos y bailar con su comitiva. Sin embargo, aunque efusivamente él se acercaba a ellos y resaltaba con su banda en el pecho que decía “Rey Momo 2023” la gente no parecía saber quién era este personaje y por el contrario, estaban más atentos en observar la carroza en donde momentos antes, él estaba.

Sin embargo, él seguía bailando y cantando, acompañado de su familia y de los miembros de Campamento Juvenil, un programa nacional que promueve el desarrollo social y comunitario en el país. Apodados “los cachacos” por los hijos de Sebastián, 14 miembros de este programa viajaron desde Antioquía, Cundinamarca y Caldas solo para apoyarlo y acompañarlo durante los 4 días del Carnaval. Muchos de ellos estaban en Barranquilla y se vivían el Carnaval por primera vez, y aunque no tienen experiencias en danzas típicas de la Región Caribe ni en algunos géneros musicales, hicieron su mejor esfuerzo para representar a su campamento, a su departamento, al Carnaval y a su rey, gozando incluso más que algunos barranquilleros.

Gestor cultural

Sebastián Guzmán es egresado de la Escuela Distrital de Artes y Tradiciones Populares en donde estudió Medios Audiovisuales. Su amor por el folclor empezó desde muy joven, de la mano del coreógrafo Carlos Franco (a quien considera su modelo a seguir), cuando participó en la comparsa Cabildo en Carnaval. El Rey es un apasionado bailarín que de acuerdo con Fabiana “no se deja opacar” y que seguirá enseñando a otros la importancia de la música folclórica dentro y fuera del Carnaval.

Por otro lado, también lucha por ayudar a las personas más necesitadas a través de un hogar de bienestar en el que atiende a madres gestantes y niños, así como siendo voluntario en ‘Nuevo Comienzo’, enfocado en personas de la tercera edad. “Yo siento que vine a este mundo por la vocación del servicio”, argumenta.

Además y como ya se mencionó previamente, es el creador del Carnaval de Suroccidente, que surgió como rechazo a la comercialización de los desfiles a través de palcos. Otros desfiles alternativos que también se han creado a raíz de esta problemática son el desfile de la 44 y la Gran Parada ‘Carlos Franco’, que buscan volver a darle el protagonismo al pueblo y a los barrios marginales, en donde se busca incluir a todos los sectores de la ciudad en el Carnaval.

Ahora Sebastián, que dentro de su trayectoria tiene más de 15 años guiando reyes momos, cuenta que es totalmente distinto llevar el cargo a tener que apoyarlo desde afuera, pero que ahora se siente con más experiencia para ayudar a sus sucesores y le pide a esta persona “que ame el Carnaval, que no lo vea como un negocio”. Siente que ha dado todo de sí para su cargo, que siempre vivirá por la cultura, por el folclor, por el Carnaval y por su querida comunidad.

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