Por: Melissa López
Una leyenda paranormal que ha trascendido en las generaciones de las familias atlanticenses
La llorona es una de las historias más famosa del Atlántico, pero resulta difícil precisar cómo, cuándo y dónde fue la primera vez que este ser apareció. Pero algo es claro: esta leyenda, a quien a muchos ha asustado y a otros sorprendido, viene desde muchos siglos atrás. Los abuelos se lo contaban a sus hijos, estos hijos a sus hijos y así sucesivamente ha ido pasando de generación en generación.
En el primer acto de la historia, una humilde joven empezó a trabajar de criada en la casa de una familia adinerada. Al pasar el tiempo el hijo de la dueña de la casa y la joven empezaron a tener un romance y del fruto de este romance, nació un bebé. Después, el nudo: la joven se tuvo que enfrentar al hecho de que el hijo de la señora no solo no se quería hacer cargo del bebé, sino que se desentendió por completo de ella también. En medio de su angustia al ver que estaba sola en esta difícil y penosa situación de su vida, también tuvo que escuchar las críticas de las personas del pueblo por haber quedado embarazada a tan temprana edad y sin el apoyo del padre.
Esta mujer joven, esta semilla del espanto, al sentirse tan presionada, s0la y desesperada por su situación, se acercó en horas de la madrugada al río y arrojó a su hijo a sus aguas turbulentas, voraces. El bebé, sin fuerzas y sin saber lo que sucedía, se dejó llevar por la corriente del río hasta el momento de desaparecer. Al reaccionar por el acto que había cometido, la joven también se sumergió en el río en busca de su hijo, gritando “Mi hijo, mi hijo, dónde está mi hijo…” y al dejarse llevar por la corriente del río, ansiosa, agobiada, y en busca de su hijo, también desapareció ahogada entre las aguas del río.
Esta es la leyenda que trasciende en todas las generaciones de las familias costeñas, ya que luego de la muerte de la joven, se dice que su alma sale en pena deambulando en la madrugada por las calles de algunos municipios del Atlántico, en busca de su hijo desaparecido en el río.
Entre estos lugares donde se presenta este alma en pena se encuentra Malambo, un municipio caracterizado por su cultura, y por la mayoría de sus habitantes católicos.
Entre sus calles se murmura que en la madrugada sale “la llorona” en busca de su hijo. A muchos los despierta con sus gritos, a otros los aterroriza y a otros los sorprende, en cambio otros simplemente ignoran este hecho y siguen su vida ya que no creen que esto pueda ser real, pero lo cierto es que no se deja de asegurar que ha sido vista por varios de los habitantes malamberos.
La Señora Dionisia Ruda, una mujer de 80 años, cuenta que en el barrio San Jorge de Malambo alrededor de la 1:00 a.m. en el puente que se encontraba detrás del matadero se escuchaban los gritos de una mujer adolorida, llamando a su hijo llorando y cada persona que pasaba por ahí a ciertas horas de la madrugada podía escuchar estos gritos.
Ela, una joven de 30 años, también ha escuchado los retumbos y lamentos de la mujer que aún hoy llora a su hijo sacrificado a las aguas del río voraz: “Ese día me levanté de madrugada porque no podía dormir, y en un momento escucho los gritos de una mujer, me asusté mucho así que me asomé al balcón de mi cuarto que mira hacia el parque que está en frente, a ver si a alguien le pasaba algo y cuando miro, veo a una mujer vestida de blanco, muy despeinada, sin piernas y con un llanto muy fuerte y adolorido, llamando a su hijo. En ese momento entro corriendo asustada al cuarto y levanto a mi esposo, para que mirara lo que yo vi, pero cuando él sale ya no había nada. Lo más extraño es que los días siguiente de ver ese espanto, estuve muy mal de la salud, y los médicos no sabían qué me pasaba, los vecinos me decían que era por haber visto a la llorona ya que dicen que todo el que la ve siempre se enferma, pero luego de varias oraciones, gracias a Dios me mejoré”.
La llorona sigue su rumbo, aunque no tenga un destino concreto. Sus pasos y gemidos retumban en las calles de noche, donde ha sorprendido a varias familias atlanticenses, a otras ha asustado, y al parecer continuará haciéndolo por muchos años más. Seguirá siendo esa historia que todos conocen por abuelos, padres o escuela y que en cierto punto de la infancia asustó tanto y a tantos.
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