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Por Nathalia Tarazona

Mónica Vives, una de las mejores voces de Colombia,  está más fuerte que nunca para continuar con su carrera musical.

De  ritmo y buena vibra como la mayoría de sus canciones está cargada Maía, la artista barranquillera que desde 2003 encantó al país con su “niña bonita”. Ahora, ella tiene 33 años y su amor por la música se mantiene intacto. Todos los días dedica gran parte de su tiempo a componer y a perfeccionar su técnica vocal. Se ha reconocido como persona y como artista y esto lo reflejan sus sonidos, que han evolucionado y se han transformado en lo que siempre quiso, en lo que siempre buscó.

La fama le llegó temprano a Monica Vives. Con sólo dieciséis años ganó el concurso de canto Colombia suena bien en 1998 y, al mismo tiempo, recibió la mirada alentadora de Sony, la disquera con la cual continúa trabajando. Desde allí su compromiso ha sido con la música y con sus seguidores. Es por eso que su ausencia en la producción discográfica sorprendió tanto. “La gente dice que fue el peor error que cometí porque era el momento en que podía ver la fama internacional que tanto esperamos”, cuenta Maía. Para ella, la fama no significaba nada si no tenía bien definido hacia dónde se dirigía.

Como un libro abierto Maía explica por qué decidió parar por siete años “En ese momento era simplemente un producto. No porque Sony me haya creado, sino porque no estaba creada. Era solo un disco y una canción y no tenía más nada de contenido. Yo necesitaba crecer en este mundo del arte porque el mundo del entretenimiento hay que vivirlo, experimentarlo y sufrirlo para comprenderlo. Una cosa es ser músico y otra cosa es ser artista. Con talento se nace, pero un artista se hace” sin darse cuenta, hace que esta última frase resuene como una verdad indiscutible.

Reconoce que tuvo momentos de inseguridad. “Si no sintiéramos miedo de nada valdría ser valiente” dice. Sin embargo, Mónica Andrea Vives, no estaba dispuesta a renunciar. Comienza a trabajar diferentes fusiones, investiga, se apropia y empapa de los ritmos que la convierten en la artista que es ahora. “A partir de conocerme ya sé para dónde quiero ir. Me di cuenta que no soy una artista que está en un género. Antes decían ¿qué género es Maía? ¿dónde carajos la vamos a meter? Y no, Maía es Maía”

“La idea de esto es llegar a 30, 40 años de ser artista y ahí sí ser icónicos” afirma la barranquillera mientras sus ojos se iluminan. Su nuevo camino está constituido por variedad de ritmos como el urbano, el jazz, el porro, la champeta y el pop. “Yo creo que yo soy una artista transgénero y va a sonar un poco raro” dice antes de soltar una fuerte carcajada. “No nos limitamos a un género, nosotros siempre vamos a tener un sonido y un sello muy claro que no solamente es nuestra interpretación sino nuestra manera de ser. El caribe siempre va a ir con nosotros porque yo no puedo negar quién soy yo”.

‘Maía’ su último disco, es el reflejo de todo el trabajo realizado para desvelar su esencia. Es un producto de su personalidad y vitalidad. “Yo no canto cosas en las que yo no crea. Siempre estamos cantando cosas que alimenten el alma”. La música, según Vives, no está para hacernos caer más en los momentos difíciles, aunque es evidente que existen, sino para demostrarnos que hay otros caminos y que hay que mirar hacia arriba y superar los obstáculos. Esta ola positiva está presente en canciones como Esta noche hay fiesta compuesta por Jorge Luis Piloto y Pa’Lante, en colaboración con el rapero cubano El Micha. Además, Maía trabajó junto con el champetero Kevin Florez en la composición de tú qué traes, sencillo que habla sobre el enamoramiento en un ambiente 100% caribeño que sirvió de escenario para el videoclip que está pronto a estrenarse.

Las producciones en equipo son para la artista un componente fundamental. “la capacidad de renovación o innovación siempre está en los nuevos ingredientes que le puedas echar al sancocho, sigue siendo sancocho, pero tiene un sabor diferente” Con plena seguridad afirma que ya no tiene miedo a perder un sonido, sino que busca que sus proyectos se enriquezcan con la ayuda de otros compositores y cantantes.

Y sí, Maía ahora vive su carrera musical como una fiesta. Siente que logra conectarse con sus fans y su energía en tarima es como una fuerza casi sobrenatural que se transmite en doble vía. “Entre más estoy yo en la tarima, más puedo transmitir porque más me transmite la gente. Tiene que estar el público y nosotros para generar esa magia” La respuesta del público es lo que permite que se genere la candela. “Nosotros siempre estamos al servicio de la audiencia, de las canciones y del sentimiento, sin importar en cuál situación anímica estemos”. Como prueba de esto, Mónica Vives relata una de sus presentaciones más emotivas. Un día después del fallecimiento de su abuelo Rafael Orozco Lalinde, Maía tuvo que subir al escenario y continuar con el show “la gente lo entendió, lo sintió y se lo dediqué a él”.

Según la artista, sus seguidores, aquellos que la han seguido paso a paso, son otra de las razones de su regreso al mundo del espectáculo. “La recordación no ha sido por la música ha sido porque ellos nos han recordado y nos mantienen vivos”. “El agradecimiento es de los mejores sentimientos que existen, lo hace a uno sentir bien con la vida, hace que todas las cosas buenas pasen”.

Para Maía el amor está en todos lados. “Aprendí a vivir sola a querer estar sola y a sentir el amor de mis padres, de mis fans, de mis músicos, del equipo… y me sentí completa”. En este momento tiene a alguien a su lado y considera que llegó a su vida porque estaba preparada para tenerlo. “Soy una mujer muy familiar” cuenta que siempre está en contacto con sus padres. “Asumo y espero que la vida me dé la oportunidad de tener una familia […] Sí quiero estar perdidamente enamorada, quiero encontrar el hombre de mi vida. Espero poder disfrutar mi hijo o hija, compartiéndolo con el amor por la música que no es excluyente con el amor de familia”.

En su mayoría, las canciones de Maía cuentan una historia de vida. En cada palabra y acorde se encuentran envueltos personajes con un mensaje claro: “Hay que estar dispuesto a apostarlo todo, porque en la vida todo se vale”.

 

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