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Por: Valeria Gutierrez

Hace nueve años, el sábado 25 de abril de 2009, llegó a la ciudad de Barranquilla un espacio lleno de historia, arte y cultura sobre el Caribe. El Museo del Caribe abrió por primera vez sus puertas al pueblo currambero.

Con una estructura grande, colores neutros y peculiar diseño arquitectónico, el museo se encuentra en el Centro Histórico de la ciudad. Aunque Barranquilla cuenta con distintos espacios similares, este espacio cobra gran importancia al ser el primer museo regional del país.

Este lugar sin duda alguna atrae a aquellos amantes del arte y la cultura e incluso para las personas que, al principio no les llame mucho la atención este tipo de cosas, puede traerles por sorpresa. La forma creativa y moderna con que las obras están expuestas en el recinto capta la atención a más de uno. Recursos multimedia, videoproyectores y pantallas táctiles son algunas de las formas que utilizan para recrear ambientes.

Una vez ingresando a este lugar por primera vez, no tiene idea de lo que le espera. A mano derecha hay una especie de tienda llena de manualidades que puedes comprar. Hacia el lado contrario se encuentran los ascensores que transportan a sus invitados hasta el último piso que es donde, curiosamente, empieza el recorrido. Luego de salir de un ascensor, bastante grande por cierto, una cara joven me dio la bienvenida.

La primera sala es de Gabriel García Márquez y aunque no tuve la oportunidad de entrar por cuestiones de mantenimiento, cuentan las buenas lenguas que es una sala bastante linda, llena de afiches y libros por todos lados, no muy grande, pero eso sí, con las famosas mariposas amarillas que caracterizan a nuestro magnífico escritor. Siguiendo el recorrido y apenas estamos empezando.

Naturaleza, así se llama la siguiente sala y creo que el objetivo principal de esta es hacerte reflexionar acerca la biodiversidad que tiene nuestra región Caribe. Una pantalla en forma de rectángulo, muy grande, es lo primero que te topas al entrar. Unas cuantas banquitas para que te sientes a ver lo que están proyectando y detrás de esto, un pasillo lleno de imágenes, videos e información acerca de la riqueza de nuestra tierra. Historia geológica, ecosistemas de agua dulce, de mar y de tierra hacen parte de este maravilloso túnel que con la ayuda de un guía puedes comprender mejor e incluso hacerte reflexionar acerca el medio ambiente.

Después está la habitación que ofrece distintas formas de aprender y conocer la historia del Caribe. Su nombre es Gente. Luego de bajar las escaleras, porque el museo tiene la temática de empezar arriba e ir bajando por medio de unas escaleras, con lo primero que te encuentras es un pasillo que a primera vista se ve un poco raro. Una especie de conos insertados en la pared donde la parte más ancha es para introducir la cabeza y en el otro extremo, el más angosto, pertenece a una pantalla de video no muy grande adornan este corredor. Al lado de cada cono hay unos números que corresponden a un tipo de etnia y que será de la cual verás un video en la pantalla.

Por otro lado, en el mismo piso, si la idea de meter la cabeza en un cono para ver un video no es muy agradable, está la parte de afiches. Un cuarto repleto de fotos e historias escritas sobre colonizaciones, prácticas, costumbres y comercio de nuestros antepasados de seguro atrapará a más de uno. También se encuentran pantallas táctiles donde aquello que está expuesto, de manera escrita en las paredes, se puede apreciar en forma audiovisual. Cuenta Fernando, un guía del lugar, que todos los domingos llega un señor de mayor edad a contemplar la sala Gente por horas. Cuando le preguntan por qué lo hace él contesta: “porque me genera paz”.

Aunque el museo no es relativamente nuevo, ya pasó por una fuerte crisis económica que lo obligó a cerrar por cinco meses, donde cientos de personas, la mayoría turistas, se perdieron la oportunidad de vivir esta gran aventura. A pesar de esto, logró reabrir sus puertas de nuevo donde contó con la visita de aproximadamente 2.000 personas.

La Sala de la Palabra es simplemente hermosa. Está llena, por una parte, de múltiples videoproyectores con su respectiva banquita. Algo así como la primera solo que dividida en 5 pedazos, cada uno mostrando videos de cantautores entonando las letras de sus canciones, verseando o simplemente recitando un poema.

Si uno camina a la sala más pequeña se encontrará con poemas, mitos, leyendas, obras literarias, exponentes de la literatura colombiana y específicamente del Caribe. Lo que sin duda llama más la atención de los visitantes en esta lugar es una cápsula. Si, una cápsula de la poesía donde se puede escuchar muchas de estas grandes obras de autores caribeños.

 

Al mismo tiempo, se puede apreciar que hay una pared llena de palabras que están en alto relieve. Y todo tiene su explicación. Esto hace parte del proyecto que tiene el museo llamado “Museo + incluyente”, que busca que personas, en este caso, con discapacidad visual también puedan vivir esta experiencia. Aparte de esto, también cuenta con una tarifa preferencial para personas con alguna discapacidad y su acompañante.

Ya en lo que hace falta del recorrido, le sigue la sala Acción. Ésta causó mucha curiosidad puesto que es solo una pared llena de cosas antiguas, que a diferencia de otros museos sí se puede tocar, pero lo que sinceramente llama más la atención es ver como algunas de las cosas que están expuestas ahí, muchos lo han visto antes en las casas de sus abuelos. Entonces es interesante que aunque no se presta mucha atención a eso, la historia siempre permanece.

Por último, la sala de Expresión, aunque se podría llamar la sala de la Alegría. Siendo la más grande, cuenta con 15 videoproyectores en forma de L y una pista de baile y consiste en la presentación de las distintas danzas del Caribe por medio de hologramas de personas representativas bailando.

El sonido, las expresiones de los hologramas, su baile, la alegría que contagian, los instrumentos, la vestimenta, absolutamente todo hace que te contagies de ese sabor que tiene nuestra región. Claramente no faltan las ganas de bailar así que más de uno cierra su experiencia en la pista de baile, olvidándose de todo un rato para moverse al son de la música. O al son del himno del museo, que se llama aquí’e.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

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