[wpdts-date-time]  

Por Wendy Clavijo

Para construir el perfil de alguien se empieza por lo más sencillo: decir el nombre de la persona de quien se va a hablar, pero en este caso no sé cómo podría llamarla.

Su madre la bautizó como Rosario del Carmen Pacheco Páez, pero muy pocas personas la conocían como tal. Ella quiso llamarse Sharon y sus multi-talentos hicieron que de este nombre se derivaran unos cuantos más.

Entonces, si como Sharon Pacheco no la recuerdas, debo decirles que estoy hablando de la fallecida Madonna colombiana, reina y pionera del pole dance en Colombia, o como muchos la recuerdan: Sharon Polefitnes.

Era un 29 de noviembre del 2016 cuando recibí una llamada de mi madre, quien en medio del llanto solo pudo decirme: “Wendy, Sharon murió”.  Nos enteramos hace un mes que mi tía padecía un cáncer terminal, pero por mi mente jamás pasó el hecho de que esa mujer fuerte, atlética, hermosa y talentosa, a quien admiré desde muy pequeña, se iba a ir así de repente, tan rápido. Tomé mi celular y, en medio de las lágrimas, revisé la última conversación que tuvimos por WhatsApp, en donde me decía que había ganado el primer puesto en el campeonato, como de costumbre.

Para ese entonces yo estaba en Bogotá. Entre más pasaban los días y el campeonato estaba más cerca, mi tía no paraba de hablar y de obsesionarse con los más mínimos detalles. De esto, lo que más recuerdo es la dieta del brócoli y lo divertida que se veía diciendo: “El brócoli es un tumba panza”.

Con mi prima Ivanna, la menor de sus tres hijos, me acababa de levantar, y mientras una bolsa de pan y chocolate nos esperaba en la cocina, mi tía estaba comiendo brócoli: y lo mismo pasó con el arroz chino del medio día y el helado de la noche, pues ella solo comía brócoli.

Pero lo que me recordó aquel mensaje, no se trataba exactamente de la historia de la dieta. Con aquel texto recordé cómo ella la había roto. Mientras me daba la noticia y yo llegaba a la casa, ya había preparado el plan de ir a comer a un restaurante mexicano y luego comer helado con Ivanna. Era lo justo. Nosotras nos habíamos aguantado su dieta extraña. “Ya pasó el campeonato, ahora sí a comer de verdad”, decía con mucha gracia.

Como de costumbre, nadie habló en la mesa. Maravillada de su profesión y pensando mil posibilidades para llevarme a sus clases, a enseñarme cosas que solo ella sabía hacer tan bien.

Cuando mi madre me llamó, yo iba camino a la universidad. Me bajé del bus enseguida, tomé un taxi y llamé a mi primo Kevin para darle la noticia, el mismo con quien unos años atrás fui a Cabaret a ver una de las presentaciones de mi tía.

Cabaret es un restaurante bar en Bogotá donde presentan obras de teatro, bailes, y donde desde hace ya varios años se presentaba mi tía los jueves, viernes y sábados. Este se convirtió en su segundo hogar no solo porque estaba en pole, que sin duda era su mayor pasión, sino porque también en este lugar encontró toda una familia entre los músicos, bailarines, su jefa y algunos de los asistentes, quienes en un principio quedaban asombrados con su destreza en aquel tubo de casi cinco metros.

Mi tía aprendió pole gracias a una amiga que era stripper, pero lo que aprendió a hacer con ella solo fue el inicio de toda una carrera. Poco a poco se fue obsesionando con la idea de hacer todas esas ‘maromas’ que veía en YouTube, hechas por mujeres de otros lados del mundo. Viajó, se preparó y regresó a Colombia con muchas ganas de compartir todo lo aprendido.

Para ese entonces no existía ninguna escuela de Pole Dance en el país. Esta disciplina no se veía como una forma de hacer ejercicio, y Sharon, junto con una amiga, decidió abrir una, convirtiéndose entonces en la primera instructora de esta disciplina en Colombia.

Luego de esta escuela, poco a poco empezaron a aparecer más, muchas mujeres, e incluso hombres que un día fueron alumnos de mi tía, hoy son profesores o tienen su propia escuela. Esta disciplina, que un día fue su sueño, la llevó a presentarse en escenarios nacionales e internacionales, también en medios de comunicación donde todos la conocían como “la pionera del pole dance en Colombia”

Sharon era un huracán de emociones, extrovertida, triste, feliz, amable, grosera y todo lo podía percibir en un mismo instante. Nunca paraba de hablar sobre los mismos temas: sus hijos, su nieto, su familia y el pole. Aquel día en Cabaret con mi primo Kevin, recuerdo que lo presentó como “un sobrino que baila espectacular” y a mí como “la sobrina modelo y periodista que estaba becada”.

Ella no era propiamente cariñosa pero el amor por su familia se notaba en la forma de hablar de cada uno de nosotros. Se sentía orgullosa y siempre destacaba nuestros talentos y virtudes.

Ese día, Justin, el pequeño hijo de dos años de la segunda de sus hijas, Vanessa Mendoza, en horas de la tarde había cantado la canción ‘Tengo Ganas de Ti’ con una crema en la mano simulando que era un micrófono; y aquel video del bebé haciendo semejante gracia lo tenía mi tía en su celular y no dejaba que nadie le dijera nada de su show.

A ella solo le importaba que la gente lo viera y, efectivamente, desde los músicos, artistas, asistentes, el barman y hasta los meseros lo vieron.

El camino en aquel carro era eterno para mí, pero cuando al fin llegó a casa mi madre se encuentra llorando mientras veía un video de Sharon como Madonna. Ya habían pasado algunos años pero muchos aun recordaban a aquella rubia, piel de porcelana, mirada cansada y que era completamente idéntica a la reina del pop, la Madonna Colombiana.

En aquel video estaba con un vestido rosa pegado al cuerpo que llegaba hasta al suelo con el que bailaba y fingía también cantar el tema ‘Material Girl’, en el marco del Mister Atlántico 2003.

En aquellas presentaciones como Madonna casi todos participamos. Mi madre, por ser morena, la acompañó en una presentación simulando ser Jennifer López, pero sin duda lo que más orgullo le dio a mi tía fue cuando hizo la presentación con Britney Spears -y cómo no estarlo si la que interpretó a Britney fue su hija, Vanessa, y el bailarín principal fue Steven, el mayor de sus tres hijos-.

Es difícil despedirse de las personas que te regalaron tantas sonrisas. Cuando ya el cuerpo de mi tía reposaba en aquel cajón y era el momento de decir adiós para siempre, los músicos de Cabaret interpretaron la canción ‘Yo te extrañaré’, de Tercer Cielo, y ‘Tratar de estar mejor’, de Diego Torres.

Y cuando el cajón iba a entrar al lugar donde esperaría su cremación, la despedimos con un fuerte aplauso, porque así se despide a los artistas que sin duda demostraron que su vida fue su mejor show.

Somos una casa periodística universitaria con mirada joven y pensamiento crítico. Funcionamos como un laboratorio de periodismo donde participan estudiantes y docentes de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad del Norte. Nos enfocamos en el desarrollo de narrativas, análisis y coberturas en distintas plataformas integradas, que orientan, informan y abren participación y diálogo sobre la realidad a un nicho de audiencia especial, que es la comunidad educativa de la Universidad del Norte.

elpunto@uninorte.edu.co