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Por: Nicolle Quintero Rincón

Desde 1991, el Carnaval del Recuerdo ha sido puerta grande de apertura para el gran Carnaval. En Baranoa, la gente está lista para las tradiciones, no para la política.

Alzaron sus manos implorando por las almas de aquellos pecadores que viven el Carnaval. No tenían que preocuparse, pues luego con mucha gala se pasearon como un grupo de Papas y sacerdotes repartiendo el perdón de los pecados y las bendiciones del señor.

Baranoa es un pueblo al que le gusta la fiesta, un cuentecito como dijo Glen Márquez, un joven que esperaba como todos que siguiera esta que, para algunos, no es suficiente. Por esta razón, la celebran todo el fin de semana.

Los herejes del Carnaval

Alonso Acosta se pone el Carnaval al hombro casi literalmente como parte de los fundadores de la fiesta del pueblo.  Es un día en el que es amigo de todos pero no amigable con todos. Corre calle abajo y calle arriba, él solo carga y ubica las vallas, las mismas que la gente amante de las carnestolendas de bordillo rechaza y que incluso han llegado a tumbar en ocasiones anteriores.

Cuando no corre, Alonso se acerca a hablar, “este año es peligroso, este año es política. El político que venga con campaña y no haya dado aporte, se la quito”, dice. Y luego se retira nuevamente a poner el orden y devolver por donde vinieron a los que las vallas les importan poco o nada.

Tiempo después, llegaron las campañas que parecían competir con sus mensajes entre cual había apoyado más el evento pero, al final del día, no eran lo que la gente iba a ver.

“Es que quieren meter política en el Carnaval del Recuerdo”, se oía decir.  

Los profetas de la fiesta

Las leyendas nunca mueren. Directamente de su Thriller aparece Michael Jackson. Durante 10 años, Dagoberto Lamadrid ha traído a la vida al aclamado Rey del Pop. Con orgullo, cuenta que ha sido bailarín toda su vida y que su madre es la que realiza el icónico vestuario con el cual ha sigo galardonado con un Congo de Oro.

A petición del público, lleva a cabo una pequeña presentación de calentamiento. Poco después hace acto de presencia Celia Cruz, caminando con su ‘tumbao’, repartiendo su azúcar y recordando a todos que no hay que llorar pues la vida es un Carnaval.

¡Aleluya! El Carnaval ha resucitado

Bienaventurados los que bailan en el puesto, los enmaicenados, los que hacen guerra de espuma y aquellos que con gritos y palmas acompañan a los bailarines pues la fiesta es de ellos. Con plegarias o sin ellas, la fiesta siempre encuentra su lugar. Toda Baranoa está viviendo su Carnaval.

Desfilan las comparsas donde las Pilanderas son los hombres, las Marimondas son junioristas y el Garabato lucha eternamente con la muerte. Cada tanto se pasea un Safari donde se avistan jirafas, elefantes, tigres, bandadas de pájaros de colores, toritos y gorilas que siempre saben cómo coger a la gente desprevenida y pegarles un susto entre tanta algarabía.

Todos los años rinden homenaje a algún artista que haya enaltecido a la tierra madre con su obra, desde poesía con el maestro Manuel Patrocino, al teatro con Minerva Ariza. Hijos de Baranoa que la hacen orgullosa.

Seis reinas desfilaron y a todos les pareció que mejor sobrara a que faltara, a fin de cuentas reina solo hay una, su Majestad la Cumbia a la que siempre todos le responden el llamado, la orden real.

Al Carnaval lo entierran luego de una gran fiesta en la plaza con la promesa de que regresará de entre los muertos al año siguiente para nuevamente predicar la alegría, la locura, y el derroche de arte al pueblo que siempre está ansioso por celebrar, y que también esperan con ansia seguir carnavaleando en el Carnaval de Curramba la Bella.

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