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Por: Steffy Lorens Riquett Bolaño 

Ante la peor crisis económica y social que se ha visto en la historia, el sistema capitalista tambalea sobre sus propias construcciones. Hace unos meses, el factor humano era visto como un conjunto de necesidades que se llenan con sueldos miserables que solo sirven para sustentar la mano de obra y mantener la producción. Ahora, después de colapsar, la vida humana recobra importancia. 

Siempre he creído que las civilizaciones se regeneran a lo largo de la historia. Podemos revisar muchos ejemplos y al final terminamos por entender que alcanzar un punto máximo de “desarrollo” significa obligar a la propia madre tierra a revertir los efectos. Es interesante porque hace unos años, por ejemplo, tal vez muchos de nosotros desconocíamos la necesidad de las limitaciones aéreas, marítimas, terrestre y la importancia de cumplir con los Derechos de la población.

Hoy, en pleno 2020, somos testigos del colapso de un sistema que gira entorno a la extracción, producción y distribución de una cantidad exuberante de recursos naturales. El propio Stephen Hawking llegó a la conclusión de que la humanidad no estaba preparada para enfrentar estos desastres. Desastres como el que estamos viviendo ahora.

No es fatalismo, es una realidad: manifestaciones masivas, fronteras cerradas, economías suspendidas, Bolsas de Valores en riesgo, pandemia global, miles de muertos, Gobiernos corruptos y xenófobos, calentamiento global y guerras interminables en el Medio Oriente. Todo colapsó por la presión del mismo sistema. 

Es increíble ver cómo países pertenecientes al “Primer Mundo” solicitan ayuda internacional para abastecer sus hospitales. Hasta el momento se creía que las ingenierías y todo lo relacionado con la industria eran las profesiones más importantes. Los esfuerzos de la medicina a nivel global están superando su propio límite.

Cuba, un país ultrajado y pisoteado por el Imperialismo Norteamericano, ofrece tropas sanitarias para ayudar a controlar el virus en otros países. Países como Rusia cerrar fronteras y detenerlo todo para salvaguardar la población lo más pronto posible. Los aeropuertos hace una semana parecían sacados de una película. Esto es una pandemia. Y no tenemos cura. Cómo pretendemos que después de ese panorama de coyuntura internacional Colombia esté tranquila. El año pasado el Servicio de Estudios del MAPFRE arrojó que España ocupaba el noveno lugar en los modelos sanitarios más eficaces dentro de 180 países analizados ¿Qué podemos esperar para Colombia? 

A veces cometemos el error de creer que el mapa colombiano servirá como nuestro resguardo. Decepcionante es, entonces, abrir los ojos y ver goteras y goteras que amenazan con hacer que el techo nos caiga encima. Lo peor de todo es ver cuáles son políticos que gobiernan durante este pedazo del apocalipsis: un pequeño animal restregándose en el lodo de la corrupción y el presidente eterno con su índice tratando de tapar todas las gotas; ¿Qué tal la déspota Russa Carguill colombiana y su “¡Estudien, vagos!”? Y la tapa, Norberta tratando de demostrar carácter cuando no tiene ni idea de lo que hace un Ministro del Interior. Que triste es ver al pueblo colombiano sumergido en medio de tanta miseria que se hace llamar funcionario público.

P:// ¿Qué pasaba en Colombia en el año 2020?

A:// Profe, disculpe, ¿puedo extender un poco la respuesta?

R:// Para el año 2020, Colombia y el mundo atravesaban la peor crisis económica, política, social y de salud de toda la historia. En ese entonces, el llamado “Covid-19” había comenzado en China -el gigante productor- y en menos de dos meses  estaba presente en el mundo entero. Colombia, y su respectiva economía petrolera, comenzó a notar lentamente los impactos en el precio del dólar. Empresas tan importantes como Avianca, Bancolombia y Ecopetrol, al sentir los estragos, optaron por tomar medidas que incomodaron la economía colombiana. Cuando el virus cobró fuerza, el país estaba hecho un caos. Ya para entonces, en el mundo la cantidad de muertos alcanzaba los 10.000 mil, y en aumento.   Las personas comenzaron a quejarse:

Que el Gobierno nos está poniendo a la vergüenza internacional.

Que no sabemos cómo actuar ante este virus con cifras manipuladas y órdenes contradictorias. 

Que el sistema de salud deficiente nos matará si seguimos priorizando la producción de las empresas.

Que la vida humana no vale luego de que obtienes los votos.

Que la tiranía se disfraza de democracia en un país donde el régimen es el capital.

Que están tratando de exterminar un Partido de oposición frente a nuestros ojos.

Que la Organización de las Naciones Unidas vino  a llamarnos la atención y a proponernos soluciones y le cerramos las puertas.

Que las empresas multimillonarias vienen a explotar nuestros recursos y nos dejan una esquirla de todo lo que nos pertenece.

Que en pleno siglo XXI aún haya personas viviendo en la precariedad de zonas rurales sin servicios públicos.

 

Me sobran las razones para estar indignada. En Colombia se vive bajo una burbuja fascista, dictatorial, obsesionada con el poder y encima incompetente. en 19 meses de mandato hemos sido víctimas de un partido político que pierde Alcaldías, Gobernaciones, Senado, Congreso, todo,. Y Gana una presidencia con diez millones de votos. Nos tapan los ojos con palabras decentes de mártires cuando a sus espaldas abrazan los demonios que tiene al país hundido en la producción de coca.

Con más de 300 investigaciones un funcionario público no debería continuar ejerciendo sus cargos. Actualmente en Chile se disputan una constituyente y aquí los políticos desean volver a la del 86. China y Estados Unidos dándose el lujo de pararlo todo porque saben que sus países de saqueo como Colombia continuará produciendo materias primas a bajo costo. ¡Aeropuertos abiertos en plena pandemia mundial recibiendo vuelos de New York! ¡Ah! pero solo es Avianca  (la que tiene riesgo a quebrar con una disminución en las acciones en la Bolsa de Valores del 70% y que, además, tiene como vicepresidenta a la hermana de Iván Duque) Al Gobierno le quedó grande, muy grande, manejar el país. Pero es que si estamos así ahora no me quiero imaginar los otros dos años. Aunque bueno… dicen que este es un Gobierno con mandato fuerte. Pero será de mandá-to’ pa’ l carajo. 

Foto: Pixabay. 

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