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Por: Randy Gomez Africano

La tarde caía sobre las calles del Prado, mientras las nubes grises asomaban para oscurecer el panorama y amenzar con un diluvio que después se haría realidad, me encontraría bajando en la esquina del legendario Parque de Los Fundadores, buscando conocer un sitio histórico, que siempre era mencionado como parte del panorama cultural de la ciudad. Este lugar, que siempre resaltaba en las lecciones de colegio, las cátedras académicas y las guías turisticas de Barranquilla, se trataba del Museo Romántico, el cual, a pesar de tener una gran importancia para la ciudad y su historia, se había caracterizado en los últimos años por pasar por un gran ostracismo a nivel popular debido a la falta de difusión, y por un problema económico que en los últimos años llego a afectar a este lugar de tal forma que lo llevo al borde de su desaparición, generando las reacciones y denuncias que originaron mi búsqueda por saber la situación de este sitio, y a la vez, conocer su historia.

Al llegar al museo, cuya ubicación estaba justo al frente de la tambien veterana estatua de Jesucristo del ya mencionado Parque de los Fundadores, el panorama por fuera daba una noción desoladora, la cual no quitaba el hecho de que aquella casa histórica, cuya estructura y fachada evocaba la elegancia y glamour de las casas republicanas del barrio donde esta esta emplazada, inspirara al mirarla un sentimiento de nostalgia y de clase. Sin embargo, aquella impresión inicial, se borro al mirar con mas detalle el lugar, el cual tenia a los lados y en la parte de arriba tres grandes banderas, en las que el rojo, verde y amarillo de la bandera de la ciudad brillaban a la par de decorar la estructura de color amarillo, lo que a la vez realiza una gran relación entre el museo y la ciudad de la que nacía el objetivo a realizar de este. Aquella estructura externa tenia una gran colección de grietas en su fachada, que debido a sus tamaños prominentes, era imposible evitar notarlas a simple vista, sumando las ventanas cuyos barrotes de madera, y los balcones que tenían las que estaban ubicadas en la parte de arriba se caían a pedazos, y apenas siendo sostenidos levemente, cosa que parecía amenazante para todo transeúnte. Finalmente, tambien en la parte de arriba, se encontraban unas letras de metal, que escritas en mayúsculas rezaban “MUSEO ROMANTICO”, las cuales a pesar de los años, no parecían tener ningún desgaste u oxidación en ellas, algo que reluce tanto como la misma historia del sitio.

El Museo Romántico, a pesar de no tener la difusión que otros equivalentes de la ciudad como el Museo del Caribe posee, es un lugar historico que ha tenido una labor importante y vital para historia de la ciudad de Barranquilla, siendo el lugar que ha preservado los registros y objetos que prueban y hacen memoria de los momentos historicos, los logros y las gestas de la ciudad. Fue creado por iniciativa del intelectual e historiador, Alfredo De La Espriella en 1983, deseoso de tener un lugar que conservara y exhibiera la historia de la ciudad, con una labor de preservación, memoria y educación sobre personajes, obras, fechas, objetos y hazañas que habían marcado a una ciudad que históricamente, fue la pionera de muchos elementos que hoy hacen parte de la sociedad colombiana. Para esto recibió, en una donación por parte de las hermanas Freud la que hasta hoy sigue siendo la casa donde esa labor se mantiene a pesar de la condición y los problemas que hoy afectan a este lugar, y que tanto las voces gestoras, como el sector cultural de la ciudad han hecho resonar, y que mi persona, esa tarde nublada, a mitad de una semana ajetreada, pudo corroborar, aunque con un resultado diferente.

Al entrar al lugar, transitando por el pasillo, se divisan los jardines, donde se podían ver algunas plantas desordenadas presentes en la escena, en la que a plena vista tanto adentro como en la acera se veía un alambrado de púas que hacia las veces de una cerca, de la cual solo queda en restos que cada vez mas se oxidaban. Mirando la entrada a la estructura, había una chica joven, morena, que no aparentaba tener mas de 30 años, poseedora de un cabello ondulado y vestida con un enterizo y lentes de pasta. 

Estando sentada en una banca al lado de la puerta, la salude y le pregunté por la encargada del sitio, cuyo nombre respondía al de Madelein Castaño, la que afortunadamente resultó ser ella. Al ver esto decidí preguntarle por el lugar, queriendo saber cual era el problema que tenía el museo, aquel que a pesar del material y el concepto tan importantes que tenía adentro y que eran la reasignación de use existencia, lo tenía en una situación que alarmaba a la ciudad y probaba el problema de espacio cultural que está ha tenido en estos últimos años. Sin embargo, la respuesta de esta mujer ante la duda que le había planteado, juntando la actitud y su semblante, parecía positiva, cosa que se probaría esperanzadora después, aunque no pudo negar los problemas, pues después pasó a decirme:

-Creo que en general el problema es el mismo que han presentado todos los espacios culturales en la ciudad, el cual es en su mayoria el tema de los recursos, que son los que nos permiten mantener y sostener estos espacios como este que son muy grandes nada mas hablando de mantenimiento, de la infraestructura, y el sostenimiento de una planta administrativa para su funcionamiento.

A pesar de aquella pregunta, ella se vio tranquila, no le parecía preocupante el hablar de la situación, comprobando aquello que después, cambiaría el panorama, el cual se haría esperanzador, aunque no negaría la actualidad del sitio y los problemas que estaba atravesando.

El museo, que en sus últimos años había atravesado varios problemas económicos debido a la poca asistencia, falta de difusión, y la cada vez más baja obtención de dinero, cosa que originaría su problema estructural por la falta de mantenimiento, sumada a la ya notoria vejez del maestro Alfredo, lo terminaría llevando a su cierre en el año 2018, cuando este último se retiró de la administración del lugar, entregándolo a la junta directiva, la cual por esta situación decidió mantenerlo cerrado, manteniendo los objetos de las exposiciones guardadas en la bodega del museo. Al no haber recursos para mantener el sitio, aumentó el deterioro de la estructura, se cortaron los servicios de agua y electricidad, problemas que siguen afectando al lugar hasta el día de hoy y dejó este a merced del abandono y la soledad.

Sin embargo, al conversar con aquella mujer, y entrar al museo, toda vision o perspectiva de deterioro que tenía en mis adentros, cambió, se abrió un halo de esperanza por ver que el lugar, como ya se había anunciado hace un tiempo, estaba de vuelta. En aquel momento de mi entrada, se veían las piezas, los objetos, cuadros, escritos, fotografías, y todas aquellas cosas que hacían del museo lo que era, organizados tal como lo podía ver en cualquier guía turística o cualquier cuadernillo de Barranquilla en las clases que tuve en mi infancia. A pesar de la falta de electricidad, y que la tarde nublada, que había cumplido su amenaza de llover, ensombrecía la vista de las reliquias, estas desprendían ante la percepción un sentimiento y un ambiente como si estas nunca hubiesen sido quitadas y almacenadas en una bodega acumulando polvo y salitre, como si ellas, a pesar de las nubes y la oscuridad, pudieran ser vistas perfectamente por el ojo más dañado.

Al recorrer las salas con Madelein, nos acompañaban dos muchachos, quienes al igual que ella antes de mi llegada, se encontraban en labores de limpieza y organización del lugar, todos eran miembros de un grupo de jóvenes vigías, que cuidaban el lugar y lo ordenaban para futuras expocisiones, teniéndola de líder a ella, la cual en ese momento tuvo que dejarme con uno de ellos, pues debía atender llamadas relacionadas con asuntos del sitio. Con este muchacho, llamado Juan, terminamos por ver cada una de las salas que habían abiertas, cada una con cosas que representaban los grandes logros conseguidos en la ciudad. Objetos como el tintero de Amira De La Rosa, el escritorio de Meira del Mar, la imprenta original de El Heraldo, la maqueta de Barranquilla en sus primeros años realizada por estudiantes universitarios en los 80, varios cuadros originales de Alejandro Obregón o notas de periódico y fotografías de varios personajes legendarios de la ciudad, entre ellas la familia Freud, Ernesto Cortissoz, Alfonso Fuenmayor, entre otros, relucían como las piezas de historia que eran, llenas de significado y de vida, debido a todo lo que representaban para la historia local.

Al preguntarle cómo habían hecho para mantener las piezas que habíamos visto, Juan me conto:

-Cuando iniciamos las jornadas hace tres años, fueron para recuperar las obras expuestas al ambiente, colocándolas en salas que no tengan mucho contacto con el ambiente, la idea es que se conservara todo. Respecto a la estructura interna, está en casi perfecto estado, solo los balcones están en deterioro y ciertas partes de la casa que solo necesitan mantenimiento.

Al escuchar esto, aquel temor por cómo pudiera estar la casa al entrar en ella desapareció, cambiando la imagen pesimista que el lugar daba a plena ojeada debido a su estado externo y la apariencia que tenía debido a su deterioro, por una esperanzadora que daba cuenta de que el lugar vendría, poco a poco, levantándose de su decadencia, y volviendo a la vida con las misma actitud que tuvo en sus comienzos.

Al acabar la entrevista, despidiéndome de los dos miembros de los vigias y de Madelein, quienes me agradecieron por la visita. Aquellos muchachos, incluidos Madelein, bajo la ambientación sonora de la banda bielorrusa Molchat Doma, comenzarían a organizar y a limpiar el lugar, pues tendría lugar esa noche un concierto benéfico, con el objetivo de recaudar fondos para mantener y restaurar al museo. Y así culmine mi visita y obtuve la perspectiva sobre el lugar y su situación, mientras que yo, en medio de una gran lluvia, me dirigía a tomar un bus con dirección a un destino definido. El Museo Romántico, aunque todavía posee estos problemas como la falta de servicios, la poca difusión, el desinterés de patrocinadores, el poco mantenimiento y el olvido de las autoridades, está buscando volver progresivamente a la actividad, como aquella que tuvo en sus años dorados. Con sus propios medio, aquel aposento de la historia de esta bella ciudad, salía de su decadencia, buscando que algun día, alguna fuerza externa a él, le ayude a volver a ser el lugar irónico que alguna vez tuvo la experiencia maravillosa e importante de ser.

Crónica realizada en Junio de 2022