[wpdts-date-time]  

Por Santiago Marceles

4 de la tarde. Marcaba el celular que segundos antes había sacado del bolso, y que tenía la función primitiva de anotar los puntos claves de una acalorada conversación. El bus se encontraba medio lleno. A la mitad, con tibieza, en su punto de equilibrio.

-Los precios de los guineos verdes están muy baratos. Se sorprende el conductor, mientras se limpia la cara con un trapo rojo.

Al lado un señor vendiendo agua y más atrás un indigente inhalando pegamento. El bus sigue su curso, y se sigue montando gente, la cual trata de no rozar un sensor que de ser activado, sentenciara el pago de un pasaje adicional.

Foto extraida de Google.

El bus se detiene. Una llanta de las dos delanteras ha sido dañada. El conductor se baja del vehículo y deja en suspenso el mismo, al cabo de unos minutos aquel hombre de unos 50 años, robusto y de aspecto corpulento vuelve a bordo.

Yo le dije que cambiara las llantas. Ambas, no solo una. Yo sigo manejando, pero ya será culpa de ella si sucede algo. Igual ella es abogada, ella sabrá. A ella no creo que le hagan nada, eso dejaselo a uno, que lo ven débil sin poder.

Tales palabras han dado como resultado un debate informal, pero con magia, al menos para mí.

-El poder no te hace intocable, solo te da tiempo.

Me ha parecido no solo acertado el comentario, también bello.

-Ahí tienes el caso de Arturo Char, ahí lo tienen jodido, si eso le pasa a él con todo ese  billete, que se espera de uno.

Al fondo un señor con unas bolsas de la olímpica.

-Sigan votando por ellos, ustedes si son maricas, les aseguro que la mayoría de los que van aquí van a votar por ellos. Pero les digo algo, da igual, eso ya está arreglado. Mi hija trabaja en la olímpica, a ella le piden 10 votos si no la botan.

Cada intervención es dura de procesar, pero evidencia una realidad cada vez más palpable e ignorada. Me centro es la señora de atrás, ella solo ríe.

-Ya todo está perdido. No se que les sorprende.

A la derecha lo opuesto

-Aún hay esperanza. Mientras existan unos pocos haciendo la diferencia se podrá salir adelante.

Foto de EL HERALDO

Qué optimista, me dije. Se me hizo en extremo raro el que alguien pensara así. Hallé optimismo donde menos pensé encontrar, uno que de manera cruel contrastaba con la risa de la señora, tambien entendible.

Cerca al barrio Rebolo una pancarta grande de “Alex, mi alcalde”.

-La plata que se han debido de haber gastado ahí, el volver a lanzarse de un trampolín que ilusiona y decepciona. Alguien expresa.

Más adelante una cantina con el logo del Junior.

-¿Cuándo es que juega el Junior?

El tema ahora es otro.

Y así, hemos dejado atrás una reflexión que lejos de ser profunda o estructurada, daba consigo un testimonio de sinceridad, testimonio esfumado, como todo en esta la ciudad de unos pocos.