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Hoy al fin llegó el día en que “Colombia“ salió a  “protestar contra la corrupción, la implementación de los acuerdos de paz y la reforma tributaria, entre otros temas”. Es una afortunada coincidencia, por lo menos para mi como periodista de opinión, que la dichosa marcha haya sido programada para el 1 de abril (día en el que se celebra, en muchos países occidentales, el día de los inocentes), porque creo que fueron precisamente almas inocentes (todo un eufemismo) las que salieron a marchar.

Desde que inició la campaña que inundó las redes sociales con su discurso reiterativo, basado en la hipótesis y carente de todo respaldo factico, veía venir, como en el cine B, una secuela de aquella película malísima pero ampliamente publicitada que termino llevándosela toda en la taquilla, una vaina tipo “La cartilla 2: El regreso”.

Pues bien, le dieron y le dieron, y lo lograron (otra vez): los videítos de 30 segundos que usaron caficultores de aspecto agotado, concejales y “ciudadanos preocupados” para replicar el mensaje de indignación de “todos los colombianos”, e invitarlos a marchar por una “Colombia más justa” dieron resultado, y en ciudades como Bucaramanga, Ibagué, Medellín, Bogotá y por supuesto, Barranquilla, miles de personas se dieron cita para decirle “No +” (tal cual) al gobierno Santos.

Días así me hacen levantarme de la cama pensando en cierto programa de tv que no vio mi generación, pero que yo sí he tenido la oportunidad de ver. En tal programa, dos locutores apellidados De Francisco y Moure saludaban a su audiencia con frases del tipo:

Sí, eso fue una puya, y a quien le caiga el guante, que se lo chante.

Que existan personas capaces de adherirse a las lógicas inestables de un hombre que tuvo dos periodos presidenciales y que ha sido, literalmente, incapaz de dejar ir por completo ese capítulo de su vida (porque lo de él es mero capricho, se los juro), es preocupante. La bendita marcha tenía por slogan “Mil razones para marchar”, y era cierto, porque cada día le salía un tema nuevo: que si la corrupción, que si el desarme, que si el ELN, que si Santos, que lero-lero, que yo tengo gente que marcha porque yo les digo que marchen y usted no.

Yo, aunque me río, también estoy medio indignado. Es que la bendita propaganda no hacía sino repetir que “Colombia” iba a marchar, que pitos, que flautas. Un momentico, señores. Yo no soy menos colombiano que ustedes y  no pensé nunca en salir a marchar, entonces dejémonos de generalizar, si se quieren volver un partido Nazi a la colombiana, a mí no me cuenten. Porque esa es otra: ¿con qué derecho me dicen que “la Colombia de bien” fue quien salió a marchar?, ¿qué clase de falacia es esa?, no sean atrevidos.

Hay que joderse. Colombia: corrupción hay en todos lados, y ese es un tema que no se resuelve a punta de marchas que lo único que buscan es reclutar más ovejas para el rebaño. A los que participaron: su marcha no fue suya. Se caminaron toda una procesión por cumplirle un capricho al señor de las gafitas. En vez de andar por ahí obstruyendo el tráfico, podríamos empezar a hacer decrecer el índice de abstinencia en las urnas. Obviamente no es coincidencia que eventos así se den justa y convenientemente antes de  las elecciones presidenciales de 2018.  La idea es bajar los humos, quitarle seguidores a uno y dárselos al otro, y así seguiremos por los siglos de los siglos hasta que Colombia sea una más para la lista de países enterrados hasta el cuello.

Para todos: déjense de mecánicas bipartidistas no oficiales, el cambio es necesario. Los “ismos” hacen daño. La idea es probar cosas nuevas, cosas diferentes, cosas que al final nos representen una lección y no un escarmiento (que bien diferentes que son, que conste). ¿No se acuerdan que este monigote era el “super amiguis” del gafufo?, él llegó como una extensión, como una continuidad, el problema fue que les volteó la arepa ya entrados en gastos. Toda una juagada de telenovela, que aplaudo entre carcajadas, la verdad.

Que quede claro, aun así, que, usando las palabras del gran Juan Gossaín: yo ni uribista, ni santista, ¡periodista! (está bien, en parte sólo quería usar la frase, me atraparon).

Ya para cerrar, les diré a los que salieron a marchar que no los juzgo (¿ven?, ¡mentir es muy fácil!), de pronto si a la lista de razones para marchar le hubieran incluido “volver a programar el Reinado Nacional de Belleza para el 11 de noviembre “, yo también hubiese marchado. Les queda para la próxima.

 

 

 

 

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